La última calada
-¿Puedo marcharme ya?
-No
-Por Dios, llevo aquí ya media hora.
-Te queda otra media. Dibuja.
Luis estaba apoyado contra la ventana, con medio cuerpo fuera, fumaba mientras miraba su móvil.
-Al menos dame uno.
-¿Un qué?
-Un cigarrillo.
-¿Fumas?
-Si.
-Eres menor.
-No jodas.
-Toma.
Luis se incorporó y le dió uno de sus cigarrillos Camel a André. Esté, sentado en su pupitre, dibujaba un caballo a carboncillo.
-No pensaba que me lo fueras a dar tan rápido si tan menor soy.
-Confió en tu madurez, no en la fecha de nacimiento que hay en tu DNI.
-¿Y quién le dice que no soy un inmaduro?
-Dibuje.
-Responda.
-Lo eres, eres un completo inmaduro.
-¿Y por qué me das un cigarrillo?
-Porque cuando te des cuenta del daño que te hace, madurarás.
-Tu fumas.- Luis, que se había vuelto a colocar en la ventana , de nuevo se acercó a Andre, colocó sus dos manos en los extremos de la mesa, apoyando todo peso sobre ella y acercando su cara a la de André.
-Supongo que todavía no he madurado.- Sonrió y se levantó volviendo a su posición inicial.- ¿Has terminado ya?
-Si a usted le vale...- Le enseñó el dibujo.
-Es una mierda, pero me vale.- André le miró, amenazante, se levantó y se colocó en la ventana a su lado, para fumar sin inundar de humo la clase.
-¿Eres ese tipo de gente que se cree mejor en todo?
-No, en absoluto. Tú sí, pero son cosas de la adolescencia, ya se te pasará con la edad.- Otra calada más.- Cuando madures.
-¿Cuando termine este cigarrillo?- A André le entró la tos.
-Este... el número quinientos... igual mueres de cáncer de pulmón sin haber madurado, igual ese es nuestro destino.
-¿Nuestro?
-Nuestro.
Y André, dió la última calada de su cigarrillo.
Contemplaba las vías desde lo alto del puente, todo Gijón se encontraba a su paso, ante él. La primera vez que había visitado ese lugar había sido con 7 años, la primera vez que vio a su padre pegando a su madre. Se sentaba en el borde, a veces incluso se tumbaba y pensaba. En ocasiones estaba solo en otras la gente pasaba y le miraban raro. No estaba en peligro, la parte superior de su cuerpo se encontraba tras una valla metálica, pero sus piernas, sus piernas colgaba y eso era lo que le servía de terapia, sentir el vacío. Normalmente escuchaba música, antigua. En ese momento podía pensar.
Realmente estaba cambiando, toda la situación le cambiaba, tenía miedo a perderlo, en cualquier momento, era el pilar, el único pilar que le sostenía, ese y el de su familia. Tenía miedo, miedo a que André se fuera, de que su padre apareciera, miedo de que todo se desmoronara. Por eso disfrutó al máximo la adrenalina de sus piernas colgando ante la nada.
Pasó una señora a su lado, no dijo nada, nadie nunca lo hacía. Le daba pena, en la posición en la que estaba merecía un "Ten cuidado" un "Qué te pasa" o simplemente un brusco "Apártate de ahí y déjate de tonterías". Por eso le dio pena, porque si fuera otro el que estuviera en su posición, otro, con otra idea en la cabeza, una más radical, nadie le impediría completarla.
-Papá, qué hace ese niño ahí sentado, ¿No es eso peligroso?- Sergi giró la cabeza, apartando sus pensamientos. Antes de que el padre respondiera salió corriendo hacia el lugar donde se sentaba. "¡Para!" gritó su padre, con desesperación. En cuanto Sergi vio que se acercaba se levantó y se alejó de la valla, para él no era peligroso pero para el niño, de apenas 6 años, sí. Se agachó para recibirle a su altura y le freno.
-Hey, ¿A donde vas chiquitín?- le sujetó por la cadera.
-¿Qué hacías ahí sentado?
-Pensaba.
-Pero puedes pensar en tu casa viendo la tele.-Sergi se rio.
-Tienes toda la razón del mundo.- El padre, que llegó al lugar donde se encontraban, fatigado, cogió con mucha fuerza de la mano a su hijo y se disculpó.
-Lo siento, lo siento muchísimo, este niño, cuando aprenderá.- El padre se agacho y se dirigió a su hijo.
-¡No puedes hacer esto! ¡Mira qué susto me has dado!
-Pero el chico se iba a tirar.
-¡Pero bueno, cómo se te ocurre decir eso!
A Sergi no le sorprendió la respuesta del padre. Aunque no se iba a tirar ni se le pasaba por la cabeza, otro chico sí que lo podría hacer y ese padre habría tachado de loco a un adolescente con problemas, con muchos problemas. El señor miró fijamente a Sergi, como si con su mirada y sin emitir palabra fuera a ser capaz de decirle al chico que supuestamente se iba a tirar por el puente que no lo hiciera, sin preguntarle qué le pasaba. Sin preguntarle lo que le había preguntado su hijo.
-Tranquilo, no pasa nada.- Dijo Sergi, se dirigió al pequeño niño agachándose de nuevo.
-¿Cómo te llamas?
-Tenemos que irnos...-Dijo el padre, Sergi le miró, rogándole que le cediera unos minutos más con su hijo.
-Omar.
-Pues ya te he dicho que no me iba a tirar Omar, eso no se hace, nunca, ¿Me oyes? nunca.- El padre respiró por fin tranquilo.- Estaba pensando, eso sí que hay que hacerlo, todo el tiempo, ¿Vale?
-No lo vuelvas a hacer, no vuelvas a sentarte ahí.- Dijo Omar y por ese niño, por el único que se habría preocupado por él en ese puente desde que se sentaba en él, hizo una promesa.
-No lo volveré a hacer.- Y Omar, de la nada, sin lógica, le abrazó.
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El color del amor (LGBT) *Completa*
RomanceLa historia de André y Sergi comienza el primer día de André en el instituto. El primer día en el que se ven. El primer día en el que Sergi se enamora a primera vista. Los dos son daltónicos, ven la vida del mismo color pero ¿Será esto suficiente pa...