Celos.

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Narra Temo:

Caminaba por el parque que estaba cerca del edificio Córcega, con los audífonos puestos y un cono de helado de galleta oreo.

En mi teléfono se reproducía Rosa pastel de Belanova, hace mucho la había escuchado como recomendación en Spotify
Pero no lograba convencerme del todo, sin embargo mientras miraba las hojas de los árboles menearse con el viento acompañado de aquella melodía, hacía que me sintiera sumamente vulnerable.

Llevaba 1 mes siendo novio de Aristóteles Córcega, es un excelente novio; siempre se preocupa por mi, Me mima y me llena de besos.

Pese a eso, aún no había podido decirle nada a su familia de lo que sentía por mi, decía que tenía miedo a que lo rechazaran y se sintieran decepcionados.

Aquel día en la azotea me hizo jurarle que no diría nada de nuestro noviazgo, que sería un secreto incluso para mi Papancho.

Me sentía como un ladrón, como si hubiera hecho algo malo pero no lo había hecho, sólo me había enamorado.

Me senté en una banca donde podía ver a los niños correr en los juegos, otros lloraban y algunos sólo observaban escondidos entre las escaleras de las resbaladillas.

¿Por qué Aristóteles le tenía tanto miedo al rechazo?

Comprendía que su temor comenzaba al saber que su padre sería el primero en oponerse, pero a su vez estaba la posibilidad de que lo aceptará, de que todos fuéramos felices; sin máscaras ni actuaciones.

Pero el no lo veía así y me mataba sentir que me ocultaba algo.

El cono de helado comenzó a desprender su contenido, siendo derretido por el sol.

Me sentía incómodo, el frío del helado estaba tocando la piel desnuda de mi mano pero no hacía nada por quitarla.

No podía dejar de pensar en Aristóteles, en su papá, en mi Papancho y en mi.

No quería seguir ocultando lo que sentía frente a los demas, no quería seguir mintiendole a mi Papancho, no quería seguir con esto.

Quería ser libre, poder venir a caminar al parque de la mano de mi alfa y no venir sólo, como ahora.

Los sentimientos que yo tenía por el, eran verdaderos. Quería verlo triunfar, feliz. Quería amarlo.

Pero me causaba tanto conflicto que el no quisiera ser libre como yo, que fuera un conformista.

El coro de la canción volvió a empezar reproduciendose en mi celular a través de mis audífonos, amaba a Aristóteles pero sin ser libres no podíamos ser felices.

O quizás sólo era muy dramático, seguro era eso.

Me levanté de la banca para caminar al edificio Córcega, iba distraído buscando una buena canción en mi playlits  que no me fije cuando choque con alguien tirandole encima mi helado manchando su suéter azul.

Mi piel se erizo de miedo, con lentitud levanté mi rostro para encontrarme con unos ojos cafés chocolate mirándome molestos.

-P-perdoname, venía distraído.- El cambio su rostro por uno más relajado.

- No te preocupes, ¿Para eso está el jabón, no? Me llamo Jerry y ¿Tu? Niño distraído.-

-Cuauhtémoc, Pero me puedes decir Temo.- El helado estaba tirando en el suelo batiendo el pavimento.

Jerry no tenía un olor normal, era una extraña mezcla entre menta y pasto. Podía jurar que era un alfa pero si lo fuera no hubiera reaccionado tan amable ante la mancha en su ropa.

¿Cerezas? o ¿Naranjas?; omegaverse Aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora