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―¡Corre Thalia, corre!

―¡Vamos!

Me esfuerzo lo más que puedo pero no logro soprepasar a Charlote. El caliente de la goma en la pista afecta mis pies ya que mi calzado no es presisamente para correr.

―Vamos!

Dejen de joder

Sigo corriendo intentando pasarle a Charlote, todo por complacer a mi profesor de gimnasia. Cuando estamos en la recta final aprieto mi paso lo más que puedo pero aun así ella logra llegar primero.

Me detengo de golpe lo que hace que pierda el equilibrio y coma suelo.

Nota mental: Luego de correr un kilómetro en la pista en forma de carrera no te detengas de golpe.

―Parece que tenemos una ganadora.―escucho la vos del profesor.

Siento la mirada de muchos sobre mi pero en estos momentos me importa muy poco, ignorandolos me quedo tendida en el suelo respirando como una retrasada.

Al cabo de un rato me siento pero no siento mis piernas, no literalmente pero tengo esa sensación de pequeños puntos negros haciendo molestia.

―¿Cansada?―el irlandés aparece frente a mi.

Desde esta posición se ve mortalmente alto.

Asiento con la cabeza y me extiende la botella de agua, no me había percatado de eso. Sin chistar la llevo a mis labios y empiezo a tragar como si llevara tres días en el desierto.

Acepto su mano y me ayuda a ponerme de pie o algo parecido, ya el profesor estaba en otra parte de la pista con los estudiantes, imagino que no me a dicho nada sobre quedarme sola acá por mi respiración de foca afixiada.

—Se nota que no haces nada de ejercicio.

—Métete en tus asuntos, Nick.

—¿Que pasa si mis asuntos te incluyen? ¿Me dejarias entrar, meterme, adentrarme? Como lo llames.

Sacudo el polvo de mis pantalones.—Jodete.

Escucho su risa.

—Algún día caeras.

Asiento con la cabeza.—Claro, sigue intentando.

Golpeo su hombro dos veces y vuelvo con mis compañeros. Unos me ignoran y otros simplemente me miran sonriendo pero no me dicen nada.

Cuando termina la clase de gimnasia vamos todos a las duchas. Cuando llegué a esta escuela me incomodaba desvestirme frente a tantas chicas pero con el paso del tiempo me acostumbré.

—¿En que piensas?

—En nada.—le respondo.

Kia alza una ceja.

—Muy común esa forma para evitar el tema. Ahora, háblame.

Ruedo los ojos.—De veras, sólo pensaba en estupideces.

—Supongamos que te creo. ¿Qué vas a hacer esta tarde?

Probablemente pasarme por los terrenos o ver alguna comedia romántica sola en mi habitación.

—Nada interesante.

—Bien.—sonríe—Vamos a salir.

Arrugo las cejas.—¿Salir a dónde? ¿Con quién?

Me señala y luego a sí misma. —Abrieron la nueva discoteca del centro, dicen que esta brutal.

¿Discoteca?

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