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―No entiendo porqué hago esto.―murmuro atrapando mi cabeza con las manos.

―Lo haces porque a nosotros se nos pega la gana, como ves.―dice mi papá.

―Tampoco le hables así.―me defiende mi mamá.―Te dije hace rato que los malos tratos en esta familia se acabaron.

Desde aquella noche en que mi mamá explotó frente a la persona que dice ser mi padre pelean más de lo debido. Las discuciones son algo que los caracterizan como pareja disfuncional pero ahora si que no le paran al carrito.

―¿Ya estamos llegando?―pregunto
por...¿Enésima ves?

Nadie responde.

Lo que creí.

Me encuentro ahora mismo en Inglaterra, hace menos de dos horas nos bajamos del avión para hacer una "visita amistosa" al internado. Creo que  ya es demasiado tarde para hacer que cambien de idea dado el hecho que ya mi nombre está en el sistema.

Si, mi padre se encargó desde hace tiempo que estuviera matriculada.

¿Ya llegamos?

―Mira a tu alrededor. ¿Te parece cómo que hemos llegado?―contesta el ogro.

Ruedo los ojos.―¿Un sitio alejado, sólo se ven árboles y uno que otro pajarraco? Si, me parece que es un lugar que tu escojerias para abandonarme.

―Thalia.―me reprende mi mamá―Entiendo que estés enojada por hacerte venir y tener que dejar a Aiden pero es sólo un día. Volveremos mañana temprano pase lo que pase porque tu padre y yo tenemos que trabajar.

―Un día.―digo con ironía―¿Sabes todas las cosas que pueden pasar en un día?

―Él ya está fuera de peligro.

―Eso no hace que las ganas de estar con él en el hospital desaparezcan.―contesto dando por terminada la situación.

Me limito a mirar por la ventanilla del asiento trasero, no recuerdo la última ves que estuve en un lugar así, con tanta vegetación. Admiraba la naturaleza hasta que fué sustituida por una escultura de piedra, a mi parecer antigua y en uno de los grandes muros había un cartel. "Internado Saint Mary, Inglaterra. Porque aquí lo hacemos mejor"

Idiotas.

¡Esto es innecesario! Cada ves que alguein toca este tema del internado me sacan de las casillas. Yo no estoy mal, ellos son los que no tienen a la hija perfecta y ahora me quieren mandar a este internado de pijos.

―Ahora si llegamos.―dice mi mamá mirando el edificio.

Nos estacionamos y bajamos del coche, de los estacionamientos al edificio había bastante terreno por caminar. Es un desperdicio de terrenos, sólo están aquí por belleza ya que dudo que saquen a las personas internadas a jugar con el césped.

Entramos por las grandes puertas y una señora con cabello recogido nos espera con una sonrisa. Su mirada viaja de mis padres a mi y se acerca amistosa.

―Tu debes ser Thalia, mi nombre es Lola. Voy a ser la que te enseñe el lugar y te lleve a la convención de bienvenida, ¿vale?

Me encojo de hombros.

―No me queda de otra.

A Lola le tiembla por un segundo la so risa pero como si no hubiera pasado nada se recompone.

―Bien. Ven conmigo, tus padres se van a quedar aquí hasta que vengan por ellos para la convención de bienvenida.

Arrugo las cejas. La miro a ella y luego a mis padres con recelo.

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