29

1.5K 73 4
                                    

Estaba de camino a la casa de la mamá de Aiden con la mía en el asiento del copiloto. Ibamos hablando de cosas triviales, agradecí que no sacara el tema de él. Ya bastante tengo con ir a la casa de su mamá a fingir inocencia de quién o de dónde tienen a Aiden.

―¿Thalia?

Hago un sonido con mi garganta parecido a: "Hmm" indicándole que prosiga.

―Tu padre y yo hemos tenido muchas peleas últimamente acerca de donde pasas tu tiempo cuando estás fuera de la escuela.

Debí intuirlo.

―No es el simple hecho de que no llegues a la casa, el problema es a la hora que llegas. A veces llegas cojiando y otras con moretones.―arrugo las cejas mirandola unos segundos antes de volver a la carretera―Soy tu madre, se todo lo que te pasa. Además de que el maquillaje no hace milagros.

Lamo mis labios.

―Lo siento.

―Yo soy la que debe pedir disculpas. ¿He hecho algo malo por lo que no tienes la confianza de decirme tus cosas?

Niego con la cabeza apretando el volante.

―No, claro que no. Nunca pienses eso mamá, eres increíble.

―¿Y porqué no me cuentas las cosas? Me estoy quedando sin excusas para tu padre cada ves que saca el mismo tema de conversación.

Hago silencio. Mayormente porque no se que decirle.

―Hemos tenido esta conversación tantas veces...―murmuro.

―Y aún así nunca tengo respuestas.―me reprocha―Necesito saber si preocuparme o no y ahora más que Aiden está desaparecido, ustedes son como uña y mugre. ¿Cómo se que la siguiente desaparición que anuncien por la televisión no va a ser la tuya?

―Eso no va a pasar.

―¿Cómo lo se? ¿Y cómo estás tan segura? Seguramente Aiden por pensar de esa forma está dónde está.

Lamo mis labios.―No habes de él así.

Levanta sus manos en señal de rendición.

―De acuerdo, entiendo. No estás como para hablar de el así. Recién te enteraste anoche.

Seh, anoche...

Llegamos a la casa de Marta y bajamos del coche. Subimos las escaleras y tocamos la puerta. Al cabo de unos segundos Marta nos abre la puerta y al vernos sus ojos se llenen de lágrimas,  bajo sus ojos habían unas grandes bolsas negras de mapache.

Mi madre sin pensárselo dos veces se acerca y la estrecha entre sus brazos. Gracias a Aiden y a mi nuestras madres se han vuelto mejores amigas. Cuando Marta se separa de mi mamá se acerca a mi y me abraza calidamente.

―Thalia...―sorbe su naríz―Que bueno verte, hace mucho no venías. Tienes el cabello larguísimo.

Sonrío.

―Gracias, prometo venir más seguido. ¿Sabe algo de Aiden?

Niega pesadamente con la cabeza.

―Las autoridades dijeron que me avisarian en cuanto supieran algo pero ya sabes cómo son.―se hecha a un lado―Pasen, pasen. Vamos a la sala.

Entramos a la casa de Aiden no muy diferente a la mía aunque si más acojedora. Desde que su padre murió cuando era niño se ha hecho cargo de su madre, no niego que ha hecho un exelente trabajo cuidando de ella.

En ProblemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora