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Todos nos miraban con temor por lo que de podía armar en el pasillo del instituto.

―Fíjate por dónde caminas.

Lo miro enojada.

Sin querer pasando por todo este marullo le había chocado el hombro, con cualquier persona habría sido sólo una disculpa, pero no, estamos hablando de Carter.

―Si lo hago, fíjate.

―Pues parece que no, niñata.

―No me llames así pedazo de imbécil.

Carter rueda los otros.

―Matate, de verdad.

Coloco mis brazos en jarras.

―Matame idiota.

Se acerca un paso en posición amenazante.

―Con gusto te mataría, así no tendría que ver tu asqueroso rostro. Eso...y que tus tierras serían mías.

Luego de eso, se marchó.

Dejandome con la palabra en la boca, y frente a todos. Para aclarar mis terrenos son el lugar en donde hacemos carreras de coches e intercambio de dinero. Yo soy la dueña de todo eso. Pero hay otro en la otra esquina de la ciudad, y el dueño es Carter. No hace falta decir cómo obtuvimos el puesto de dueño o jefe, nada bonito hicimos.

De camino a mi clase me encuentro con Kia, para decirlo como mi única amiga, si, algo triste. Aunque tampoco me interesa caerle bien a todo el mundo. Los rumores de lo que hacemos Carter y yo nos han puesto como los más temidos.

―Hola guapa.

Ella es asiática de cabello corto por encima de los hombros y un mechón que otro de color rosa.

―Hola, Kia.

―¿Qué pasó con Carter esta ves?

Me encojo de hombros.―Sin querer lo toqué. No importa la verdad.

―De acuerdo. Hay un rumor de él.

―Siempre hay rumores de él. Cómo el de que embarazó a cinco chicas, que hizo una orgía, se coció el pene...¿Que sigue?

Kia habla con una sonrisa en la boca.―Se dice que está en grandes problemas y necesita dinero para pagar una cuenta de emergencia. Puede que hasta tenga en peligro su puesto de jefe.

Oh, entonces por eso estaba en mis terrenos.

―Creo que si es cierto. Ayer se presentó en mis terrenos y salió con cinco mil dólares.

―¿No se supone que no pueda ir allí?―asiento con la cabeza―Oh, ¿y que vas a hacer al respecto?

La miro de una forma en específico.―Pagarle con la misma moneda. Esta noche me prestaré en sus terrenos y ganaré la carrera. Justo lo que el hizo.

Kia sonríe emocionada y me choca los cinco.

―¡Bien! Voy contigo.

Niego con la cabeza.―De ninguna manera. Si se pone feo no voy a llevarte allí.

―Con más razón debo ir, si las cosas se ponen feo necesitas a alguien que te cubra la espalda.―bueno, en eso si tiene razón―Voy y punto.

―¿Ni porque te diga que es una orden?―bromeo, solo con ella lo hago.

Niega con la cabeza. ―No.

Llegamos al aula y como siempre me aburro todo el día, sin duda lo más estresante es la última clase. Ver en el reloj de la pared como de lento pasan esos últimos minutos antes de que puedas llegar a tu casa. Hasta qué por fin la campana sonó indicando la ida a sus casas.

En ProblemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora