En Problemas

36

―No puedo creer que estemos haciendo esto.―murmuro.

A Marcus se le ocurrió la idea de ir de expedición por las montañas que hay cerca de la playa. La recuperación de Aiden es todo un éxito y sorprendentemente va al frente de todos nosotros caminando como si nada hubiera pasado.

―Será divertido.―dice el de la idea.

―¿Que tiene de divertido matarme las piernas? Se supone que este día en la playa era para relajarme.―me quejo y digo casi gritando:―¡Paren! ¡Todo el mundo pare!

Todo el mundo para de caminar y se voltean, si, yo iba en la parte de atrás.

―Necesitas ejercicio amiga.―se burla Tana.

―¿Si?―me apoyo con las manos en las rodillas―Añade un tanque de oxígeno a la lista.

―Ya casi llegamos Thalia, no seas dramática.―dice Marcus haciéndolo parecer poco.

Le enseño mi hermoso dedo medio.

―Jodete.

―Necesitas estar en forma.―Aiden se acerca a mi.―Vamos, caminaré contigo.

Todos siguen su camino dejándonos atrás.―Cómo si tu presencia me cansara menos.

Rueda los ojos.

―Ten paciencia. Cuando lleguemos a casa te enseñaré una muy buena forma de tener resistencia.―me mira pícaro.

―¿Sabes? Está comprobado por científicos que el sexo no tiene nada que ver en eso. Es sólo un mito.

―¿Quién habló de sexo?―sonríe.

Me acerco a él y lo golpeo en el hombro.―No me molestes.

―Aunque no sabía que estabas impaciente.―se atraviesa en mi camino.

―No lo estoy.

―¿Si?―continúa acercandose hasta que mi espalda choca con uno de esos frondosos árboles.―Porque yo no estoy seguro de opinar lo mismo.

Se hiergue hasta que su rostro queda a la par con el mío y tomándome por sorpresa desliza sus manos por la parte trasera de mis muslos haciendo que rodee sus caderas con mis piernas.

―Aiden...―empiezo a reprocharle pero sus labios atrapan los míos antes de que pueda terminar.

De todos los besos este ha sido el más salvaje, es cómo si intentara proclamarme con su boca. Aprieto el agarre en mis piernas para no caer al suelo y siento como presiona mi cuerpo contra el árbol a propósito para que sienta algo en específico.

Un gemido vergonzoso escapa de mis labios y el aprovecha para morder el inferior antes de adentrar su lengua en mi boca mandandome a las nubes. Todo sentido de razonamiento se perdía poco a poco y si no hacía nada perdería el control.

―Estamos en medio de la nada...―baja sus labios a mi cuello―Nuestros amigos pueden estar cerca.

―¿Quieres que pare?―levanta la cabeza y veo sus labios lijeramente enrojecidos de tanto beso.

Sin esperar respuesta vuelve a mi cuello y esta ves lo siento succionar varias zonas antes de lamer, siempre he dicho que tiene instintos de gato este chico.

―A la mierda.―me dejo llevar.

Bajo mis manos hasta su cintura y levanto su camisa, a lo último el termina ayudándome a quitársela pero con cuidado de que yo no caiga al suelo. Aiden vuelva a presionar su cuerpo con el mío finjiendo una estocada y me retuerzo de placer.