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El arma de mi cabeza también queda libre del seguro.

―Thalia para.―habla Ariel esta ves.

Niego con la cabeza sin dudas, no puedo dejar que maten a Aiden. Mucho menos que se lo lleven para que lo torturen hasta maatarlo.

Siento como las gotas de sudor bajan por mi espalda hasta perderse en cualquier otro lugar.

―Vamos Thalia, hazle caso a tus amigos, en el fondo sabes que no tienes las de ganar. Cualquier desición que tomes será incorrecta menos la de bajar tu arma y dejar que me lleve a tu chico.

Silencio.

Lo único que escucho es mi respiración acelerada y los latidos locos de mi corazón.

―Te propongo un trato.―justo lo que quería escuchar―No lo voy a matar, por ahora. Me lo voy a llevar y lo vamos a torturar bastante hasta que desee estar muerto y concederemos su deseo.

―¿Que mierda de trato es ese?―pregunto.

Un trato es de parte y parte.

―No veo mis ganancias ahí.

―Oh yo las veo súper claras.―aclara levantando un dedo y dando pequeños pasos despreocupados―Tu ganas el no tener que verlo morir, puedo hacer que lo maten frente a tus ojos. Justo como hicieron con el pequeño John, solo que obviamente esto te dolerá un poquito más.

Chasqueo mi lengua.

―Llevenselo. ¿Porqué sigue aquí el muchacho?―le pregunta Vyron a sus hombres.

Enseguida vuelven a luchar contra él para llevarselo, esta ves Aiden pone un poco más de resistencia.

―Vyron...―debo estar loca―Lo siento, pero de verdad no puedo permitir que te lo lleves.

En un movimiento rápido de la parte de arriba de mi traje saco una navaja y se la incrusto al chico que me apuntaba en el cuello.

―¿Que mierda haces Thalia?―me grita Kia intentando llegar a mi pero la están aguantando.

Otro muchacho se acerca a mi y coloca su arma en mi dirección.

―Dispara.

Silencio.

Vuelvo a hablar.―Te reto a que dispares.

―No lo hagas.―Vyron da sus instrucciones.

Muerdo mis mejillas con ansiedad.

―¡No seas cobarde y disparame!―le grito.

―¡Lía!―el gruñido de Aiden me hace voltear hacia él, el suficiente tiempo para que me arrebaten el arma, detrás de él se acerca un chico rubio con una bolsa negra. Sin comprender porqué Aiden asiente con la cabeza y se lame los labios.―Está bien.

―No.―le digo.

Vuelve a asentir con la cabeza y en sus ojos veo algo que nunca había visto. No mira a nadie más, sólo a mi. Entonces, lo dice.

―Te amo, Denvers.

Y justo en ese momento mis defensas caen.

Inmediatemente todo cae. Parece que todo ocurre en cámara lenta, el rubio le coloca la bolsa en el rostro a Aiden y entre los tres logran sacarlo del gimnasio.

Yo me quedo parada donde estoy, mis amigos poco a poco son liberados hasta que todos se van. Mis ojos se llenan de lagrimas y parece más dificil que antes retenerlas.

En ProblemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora