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—Bienvenidos, en un momento les traemos sus menús, ¿gustan algo de beber?

—Un vaso de agua solamente, ¿tú, Hannia?

—Agua está bien, gracias.

Cuando el mesero se retiró, Harry me miró, comenzando a hablar.

—¿Sabes que siempre que vengo a un restaurante todos me miran como si fuese muy importante? Creo que piensan que si no me agrada la comida los demandaré o algo por el estilo.

Me reí un poco y levanté un poco los hombros.

—Que seas una persona del ojo publico los hace caer en presión. Básicamente todo lo qué haces todos lo quieren hacer, así son las cosas.

Luego su sonrisa se apagó un poco y me di cuenta que había arruinado el momento.

—Harry —, llamé su atención para que me viera, sus ojos estaban abiertos y un brillo de preocupación pasó por ellos, mientras sus manos se cerraron en puño sobre la mesa, y empezó a respirar pesado, —me refiero a que tú eres un modelo a seguir, todos quieren tu aprobación y para ellos significa mucho que les agrades, todos quieren ser como tú, ¡vamos! Eres lindo, amable, generoso, dedicado, trabajador, caballeroso, y la lista sigue, no te dejes sentir mal por esas cosas, o sentirte incómodo, ¿si? O te patearé hasta que recapacites.

De repente una risa brotó y yo sonreí victoriosa, alzando mi brazo con el puño cerrado aclamando victoria.

—Gracias por esa buena motivación, patear es un buen método.

—Lo sé, lo sé, trato lo mejor.

Cuando por fin nos sirvieron, Harry entre bocados me preguntaba algunas cosas que yo felizmente respondía, hasta que me hizo una pregunta de porque no soy tan cercana a mi familia.

—¿Realmente quieres saberlo?

Él me sonrió y tomó mi mano, alcanzándola por arriba de la mesa. Me miró y asintió con esa misma sonrisa.

—Claro que si, amor.

Amor.
Amor.
Amor.

—Mierda, Harry. ¡No me digas esas cosas, me distraes!

—¿¡Qué!? ¿Por qué?

—¿Qué tienen todos los britanicos con palabras como, "love, darling, sweetheart, baby girl" ¡Es una maldita maldición! Para todas las chicas es un sueño que alguien les diga eso, en especial un británico.

—Bueno, yo soy británico... amor.

Pronto nos reímos y él empezó a decir más palabras bonitas, causando que cohibiera y me riera al mismo tiempo de lo ridículamente tontos que nos veíamos.

—Bueno, basta, déjame contarte.

Los dos guardamos compostura y tomé un poco de agua, para comenzar a hablar.

—Como haz notado, mis padres son muy sobre protectores, nunca me dejaron ir a dormir a casa de mis amigas, jamás me dejaban ir a una fiesta de personas que no conociera, y si iba, iban por mi a las doce.

Harry levantó sus cejas, sorprendido.

—Pero a esa hora empieza lo bueno, ¿cuándo dejaron de ser así en eso?

Me encogí de hombros, restándole importancia.

—A los dieciocho, bueno, como te decía: no me dejaron tener un novio hasta los dieciocho, y a mi me daba igual, estaba más concentrada en otras cosas así que no fue un problema nunca.

his fame | harry stylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora