capitulo 4

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Mis manos Sudán y mi interior tiembla mientras espero en el despacho de mi abogado a que Charly y su abogado lleguen.

-¿quieres un café?- pregunta Alfonso, mi abogado y tío.

- no gracias- algo que realmente extraño es el café, pero una de las recomendaciones de mi doctor fue no tomar café durante el embarazo.

-creo que deberías escucharlo, -mi tío a pesar de ser el hermano de mi padre nunca ha tenido la mejor relación con él y por eso piensa que lo que hizo Charly no esta tan mal, que de algún modo tiene justificación- tal vez tenía sus motivos, los dos sabemos que tu padre no es un santo.

- no, no lo es, pero eso no le daba el derecho de usarme para hundir a mi padre, así que no pienso escucharlo.

Escucho la puerta abrirse, todo mi cuerpo se pone en tensión al reconocer su presencia, siempre ha tenido esa capacidad de imponer su presencia en cuanto pone un pie en una habitación y mi cuerpo, muy a mi pesar, siempre ha reaccionado a esa presencia imponente. Charly se sienta a mi lado y su abogado se posiciona detrás del escritorio junto a mi tío.

La reunión pasa en un suspiro para mí, casi no preste atención a nada de lo que estaba pasando, estaba más concentrada en no vomitar y dejar que el mareo no me ganará que en cualquier otra cosa que estuviera pasando a mi alrededor.

Me quede mirando mi firma en la hoja por unos segundos antes de que la hoja fuera retirada de mi vista y guardada en una carpeta. Ya está, ahora si todo terminó, nada más nos une, nada más que el ser que crece en mi interior. De repente fui consiente de ese laso y un peso diferente fue puesto sobre mis hombros, el que Charly conociera ese laso dependía de mí, yo decidía si quería que el siguiera siendo parte de mi vida y la de mi hijo, sé que esa decisión no me correspondía por completó, pero decidí tomarme ese derecho, el derecho de tomar esa decisión, eso me hizo sentir un poco poderosa y culpable a la vez, culpable de negarle la oportunidad de conocer toda la verdad y poderosa por saber que si no decía nada él nunca se enteraría y por una vez en mi vida tenía la oportunidad de cambiar la vida de otra persona si tan solo decía un par de palabras. El problema era que no sabía qué hacer, ahora después de firmar los papeles estoy más confundida que antes.

Charly y su abogado se ponen de pie, se despiden y después salen de la oficina.

-¿estás bien?- pregunta mi tío.

-si, solo un poco aturdida, todo paso muy rápido.

-comprendo.

-creo que lo mejor será que me vaya.

-está bien, por favor mantente en contacto.

-claro que si- me acerco y beso su mejilla antes de salir de su oficina. Sali del edificio, mi cuerpo se estremece por la fría brisa del exterior. Cruzo la calle para llegar a la pequeña plaza del pueblo, tengo el coche de alquiler estacionado al otro lado.

-Shary espera- miro sobre mi hombro para ver a Charly cruzar la calle a toda prisa, no me detuve, seguí caminando- espera- tomo mi brazo para detenerme una vez que me alcanza.

-¿Qué quieres?- dije sintiéndome inquieta bajo su tacto, aún no había soltado el brazo.

-quiero hablar contigo.

-yo no.

-tenemos que hablar.

-no creo que tengamos nada más que decirnos, todo está muy claro.

-no, no lo está.

-sí, si lo está- me suelto de su agarre enfrentándome a él, me aferre al enojo que sentía, prefería eso a la tristeza que estaba apretando mi corazón- me engañaste y utilizaste para nada, porque tu plan fallo. Hiciste una gran actuación para nada, solo perdiste tu tiempo con alguien a quien no querías. Me hiciste creer que tus mentiras eran verdades, me ilusionaste y humillaste. Fui una tonta por no haberme dado cuenta de eso antes, pero ahora veo las cosas con más claridad. No quiero verte nunca más.

-entiendo que en este momento te sientas de esa forma y pienses esas cosas, pero no todo fue una mentira, no todo fue una actuación.

Cerré los ojos y negué con la cabeza. Mentiras, todo lo que decía eran mentiras.

-no te creo, todo lo que sabes hacer es mentir. No quiero volver a verte.

-Shary...- escuchar mi nombre de su boca fue tan doloroso como si me hubiera enterrado un cuchillo en mi pecho.

-no, ya no puedo más con esto- me di la vuelta dispuesta a alejarme de una vez por todas. No me detuvo, di varios pasos con la esperanza de que lo hiciera, no fue hasta que casi llegué al auto que comprendí que no lo haría. Me maldije por aun después de todo guardar esperanzas.

El nunca lucho por mí y es evidente que no lo haría ahora ¿Por qué habría de hacerlo? Después de todo yo solo era un peón en su juego, un juego que perdió y me arrastro junto con él a su derrota, al final la que más perdió fui yo.

Poco antes de llegar al auto él vuelve a tomarme del brazo para girarme con un poco más de fuerza robándome el aliento.

Miro su pecho por unos segundos antes de subir mi mirada hacia sus ojos azules que me miran con intensidad. Sus manos ahuecan mi rostro, mi respiración se atora en mi garanta formando un nudo. No puedo evitar mirar sus labios por uno segundos antes de volver a mirarlo a los ojos. Mis manos se hacen puños a mis costados para evitar llevarlas a su rostro y acariciar sus mejillas las cuales tienen un apenas perceptible rastro de barba. Baja su rostro hasta que nuestras narices se rozan y nuestras respiraciones se mesclan, apoya su frente contra la mía y toma una respiración profunda sin dejar de mirarme a los ojos. Cierra sus ojos antes de presionar sus labios sobre los míos haciendo que me derrita con un simple roce.

-Adiós Shary- susurra contra mis labios.

-Adiós Charly- dije antes de que sus labios se volvieran a presionar contra los mío y en un parpadeo él ya se había alejado empezando a caminar en la dirección contraria a la que yo me dirigía. Toque mis labios mientras veía como se alejaba.

Recuerdo la primera vez que lo vi, tenía diecinueve años, él era el hombre más impresionante que había visto, aun lo seguía siendo y una parte de mi aún seguía siendo esa chica de diecinueve años que lo miraba desde lejos con ilusión, una ilusión que pude acariciar por un tiempo antes de que se tornara en una pesadilla.

Si cierro los ojos aun lo puedo ver detrás de su escritorio revisando papeles importantes con el ceño fruncido mientras muerde uno de sus carnosos labios y entonces pasaba, su mirada se levanta y encontraba la mía, sus profundos ojos azules me traspasaban el alma, una sonrisa aparecía en su rostro, sus duras facciones se suavizaban y dejaba todo lo que estaba haciendo para levantarse y besarme.

Me permito derramar una lagrima una vez estoy en el auto, esa lagrima se convierte en un rió caudaloso. Con mis brazos alrededor de mi vientre pido perdón, perdón por no permitirle a mi hijo crecer con su padre y perdón por no decirle a Charly que sería padre, pero no podía, simplemente no podía afrontar el hecho de que algo tan hermoso como lo era un hijo nos unía para siempre, además mi parte egoísta se negaba a compartir la felicidad que me daba saber que iba a ser madre. Tenía tantas razones para no decirle nada y sin embargo no parecían suficientes, no parecían válidas.

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