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Temprano aquella mañana nos reunimos en el parque de Padua, cerca de una de mis fuentes preferidas

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Temprano aquella mañana nos reunimos en el parque de Padua, cerca de una de mis fuentes preferidas. Se trataba de una gigantesca construcción de mármol y roca que rodeaba un gran perímetro, tenía cuatro niveles de altura y el agua caía por las escalinatas como una cascada desde lo alto, donde el agua brotaba del interior de las jarras de tres ángeles.

Admiré su hermosura por mucho más tiempo del que debía, mientras a mi alrededor decenas de estudiantes escuchaban las instrucciones de una de las monjas que lideraban al grupo. Esa mañana visitaríamos un pueblo llamado Caletown a las afueras de la ciudad, muy turístico y conocido por ser un lugar con varias zonas de arte, como museos, teatros, exposiciones, festivales y ferias.

El golpecito del codo de Zahira me hizo quitar los ojos de la fuente para volver la atención al grupo.
Los estudiantes comenzaban a moverse en dirección a los autobuses.
Me apresuré a seguirlos y al llegar ahí me di cuenta que compartiríamos el transporte con estudiantes hombres.

Al otro lado de la multitud, Harry organizaba los grupos.
El primer año de historia del arte, se reunió en un mismo punto, al frente del autobús.
El segundo año, estaba un poco más lejos.
—Vaya compartiremos asientos con hombres, ¿Podemos hacer eso? No quisiera salir embarazada de aquí— dramatizó Zahira y las chicas mas cercanas a nosotras rieron al escuchar su comentario.
Era placentero conocer a los estudiantes que estudiaban nuestra licenciatura en el otro edificio. Hasta ahora, nunca tuvimos la oportunidad de intercambiar miradas, porque ellos siempre estaban al otro lado del muro.
Era una sorpresa que nos permitieran compartir el mismo autobús.
—No hay necesidad de ser vulgar señorita, esta excursión es meramente educativa— habló otra chica al frente de nosotras. Su nombre era Greta. Una rubia escuálida de ojos celestes con la que hasta ahora no solía hablar mucho, porque me intimidaba que fuera tan físicamente perfecta y superficial.
—Ash, yo venía a que me den por el culo— bromeó Zahira de nuevo y todas intentaban moderar sus risas para no atraer la atención de las monjas.
—Te va a escuchar una monja— le advertí y ambas miramos a un par de ellas a unos metros— ellas vinieron a lo mismo.

Esta vez varias de nosotras no pude evitar reír más fuerte que antes y como era de suponerse, llamamos la atención de las autoridades estudiantiles.
—Por favor, presten atención aquí— habló Harry y todos lo miramos de nuevo.
—Yo quiero que sea Harry Styles el que me dé por donde quiera— susurró Zahira, esta vez en privado para mí y mi sonrisa desapareció.
Bajé la cabeza porque me incomodaba que lo mencionara de esa forma, así que luego de pensarlo unos segundos cambié el tema a nuestros compañeros.
—Me gusta ese chico de ahí— señalé uno al azar. Mi único objetivo era sacar a Harry del tema principal.
El chico que elegí, era alto y apuesto. Cabello obscuro, ojos color miel y facciones finas.
—Es guapo— aceptó Zahira— deberíamos hablar con ellos, pero ahora no creo que podamos, tal vez al llegar a la villa— explicó y al mismo tiempo, los alumnos comenzaban a abordar el autobús.
Al frente de la fila, Harry Styles fue el primero en abordar pero se detuvo junto al asiento del conductor para asegurarse desde ahí que todo se mantuviera en orden, mientras subíamos los escalones y elegiamos un asiento.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora