D i e c i s e i s

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«Estoy en la puerta» recibí un mensaje suyo mientras me miraba al espejo

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«Estoy en la puerta» recibí un mensaje suyo mientras me miraba al espejo.
Tenía una mezcla de sensaciones que traían consigo emoción, alivio, impaciencia y algo de inseguridad también.
El problema fue mi disfraz. Qué era un vestido gótico renacentista de líneas negras y blancas, ajustado como un corset al torso, corrugado en el pecho con detalles tejidos, mangas tres cuartos y la parte baja era un gran faldón que caía como cascada por detrás, mientras por delante tenía una apertura que dejaba entrever mis medias y zapatos negros.
Contaba también con un par de guantes de tejido con una enorme piedra escarlata en el centro de ellos.
Y todo ese conjunto era bastante llamativo, tal vez demasiado para una persona que sufre de ciertas inseguridades.
En realidad no me molestaba ser el centro de atención, siempre había soñado con serlo, pero cuando llegaba un oportunidad como esa no consideraba que tuviera lo necesario para ser bien recibida y entonces, temía que la gente, en vez de admirarme, se riera a mis espaldas.

—Tal vez es demasiado— pensé en voz alta mientras me dirigía a la entrada de la casa.

—¿Esto es demasiado?— pregunté al abrir la puerta para encontrarme con mi acompañante de la noche, que en ese momento se encontraba de pie reposado de su auto.
Tenía la vista en el celular pero al escucharme levantó la cabeza y formó una gran sonrisa.
—¡Dios mío, llévame ahora!— exclamó con una mano en el pecho y me conmovió su reacción tan dulce, que me hacía saber cuanto le gustaba verme vestida así.

Guardó el celular en su sacó elegante.
Él igual estaba disfrazado para la ocasión y no era tan discreto como creí con ese traje completamente negro, pantalones, camisa y un saco largo que le llegaba a la altura de las rodillas.
Se acercó por el camino del jardín con esa misma linda sonrisa y yo traté de ignorar su entusiasmo para volver a hablar.
—¿No te parece demasiado? Me preocupa que sea demasiado...
—¿Demasiado para qué?— dijo y al estar delante de mí, tomó mi rostro entre sus manos y plantó un beso animado en mi boca—Estás divina, me encanta— aseguró.
—El disfraz es muy dramático ¿No te parece? No creo que al lugar a donde vamos la gente se disfrace de esta forma, tal vez solo se vestirán de negro y yo llegaré con toda esta producción encima— le expliqué mi preocupación de hacer el ridículo pero Harry resopló como un caballo y negó.
—No sabes lo que dices, verás de todo aquí, te lo prometo, en esta ciudad la gente se toma muy enserio el Halloween y son muy originales con sus disfraces, tú no te preocupes por eso, te ves hermosa— insistió y volvió a besarme.
Esta vez fue un besito en la mejilla, mientras sus manos tomaban mi cintura, me acercaban a su cuerpo y me envolvía luego entre sus brazos.
—Bueno, confiaré en ti— acepté.
—Si, confía en mí— murmuró sin soltarme, disfrutando de ese abrazo por un momento.

Acarició mi espalda y olfateó mi cabello después de dejar un beso más en mi cien.
—De acuerdo, vamos— tomó distancia y me dejó con la sensación de que su perfume ahora estaba marcado en mi cuerpo.
Eso me gustó porque me hacía sentir suya esa noche, realmente suya, así que en el camino tomé su mano y decidí que no la dejaría ir, para que cualquiera que nos viera, supiera que estábamos enamorados.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora