D i e c i n u e v e

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Decidí no ir al colegio durante un par de días, después de todo nadie podía detenerme

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Decidí no ir al colegio durante un par de días, después de todo nadie podía detenerme. Era una ventaja de la que gozaba al vivir sola, pero no estaba tan segura de poder faltar también a la fiesta de la que Greta me había hablado anteriormente.
Su padre se encontraba fuera de la ciudad y ella estaba ansiosa por hacer una reunión en la que podría invitar a los sujetos del colegio.
Me preguntaba que tan entretenida podría resultar una reunión con un grupo de personas que conocíamos tan poco.
El problema principal era que no solíamos hablar lo suficiente, tan solo en ocasiones cuando ellos asomaban las cabezas sobre el muro que nos distanciaba, pero nunca teníamos conversaciones íntimas ni mucho menos reuniones fuera del colegio.
Imaginaba que además, podría ser incómodo invitarlos.

«Hola, se que no hablamos regularmente, quizá ni siquiera recuerdes mi nombre, pero... ¡Hey! Haré una fiesta en mi casa porque mi padre no está y no se me ocurre a quien más invitar, así qué ¿Te gustaría venir?»

Todo eso era algo que Greta diría sin sentir vergüenza. No lo ponía en duda ni un momento.
Por suerte para mí, me ahorre la molestia de estar presente al momento de la penosa invitación a un montón de extraños y me limitaría a asistir como quien no tiene nada mejor que hacer.

Mientras tanto, aquellos días que me tomé libres del colegio, pase tiempo en el bosque, adecuandome al clima invernal.
La nieve finalmente había llenado cada rincón y superficie de la ciudad, así que trataba de adecuarme a esa temperatura que me estaba rompiendo los huesos, agrietando la piel, pero brindandome también una extraña satisfacción.
Esa satisfacción procedía de lo mucho que disfrutaba de usar grandes abrigos, guantes, bufandas, botas y de lo increíble que era un paisaje nevado para la vista.

Príncipe, a diferencia de mí no le importaba salir desnudo a la nieve, sin embargo, decidí confeccionarle un abrigo con retazos de tela de una vieja playera mía.
Ambos, recorrimos el inicio de un sendero en el bosque.
Hasta ese momento no me había brindado a mi misma la oportunidad de conocer ese lugar y descubrí que era muy sanador para el alma.

Resultaba que el bosque tenía muchísimos sonidos que yo desconocía por completo, primeramente porque esa era la primera vez que visitaba uno.
Nuevamente, mi vida como una chica de ciudad costera, me había impedido descubrir esa gran belleza y sentada a un lado del sendero, escuché las copas de los árboles sisear por el viento, las aves más extrañas emitir su canto y a Príncipe revolotear sobre la nieve.
Todo eso me inspiró bastante y comencé a escribir el boceto de una historia acerca de una chica que hereda una antigua mansión cerca de un bosque, en el que han ocurrido misteriosas muertes y desapariciones.

Decidí que sería una historia de terror y misterio y estaba feliz con las imágenes que recorrían mi mente, dándome la sensación de que podía ver esa historia reproduciéndose como una película dentro de mi cabeza.
Levanté la cabeza después de un rato de haber estado poseída por las hojas de papel donde daba vida al primer capítulo de mi historia.
Miré de un lado a otro y me levanté de un tirón al no ver a Príncipe.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora