C u a r e n t a y s e i s

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Soy la clase de persona que suele pensar demasiado las cosas, darle un significado místico a casi todo lo que ocurre en la vida y tenía el presentimiento de que ese tiempo con Harry no era casualidad

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Soy la clase de persona que suele pensar demasiado las cosas, darle un significado místico a casi todo lo que ocurre en la vida y tenía el presentimiento de que ese tiempo con Harry no era casualidad.
La vida nos había brindado una oportunidad para conocernos un poco más a fondo. Más allá de lo superficial que a simple vista teníamos y que era fácil descubrir en los primeros meses de relación.
En ese momento, ya comenzaba a ser diferente. Harry había descubierto algunos de mis dolores del pasado, mis más íntimas inseguridades y yo estaba descubriendole los miedos, aunque estos fueran tan complejos como una telaraña, una maraña de hilos en diferentes direcciones con un motivo en común.
Conocía la razón de su dolor pero aún no descubría el trasfondo por completo. Había información sesgadaque él no tenía el coraje de compartir o tal vez pensaba que aa mí no me interesaban esas cosas. Pero había descubierto con él pasar de los días que no estaba ahí con él solamente por los buenos ratos, los paseos, los besos, las caricias y las palabras de amor.
Lo quería lo suficiente para escuchar también su lado más oculto y acompañarlo cuando estuviera preocupado.

Pensé en ello mientras miraba por la enorme ventana del vagón, la majestuosa naturaleza de invierno y delante de mí una conversación amena ocurría entre Harry y sus amigos, a la que no me uní mucho porque es aba ocupada en mis pensamientos.
En la mesa, nos habían servido un desayuno continental al que no me negué. El café de la zona era delicioso y tenían gran variedad de panes con relleno y glaseado.

«Que pensara Harry acerca de mi vida» una vocecita en mi cabeza se hizo escuchar cuando terminé con mi desayuno.

Cuando estuvimos en Carolina hablamos un poco sobre mi pasado, los tormentosos recuerdos de una adolescencia de abusos que habían afectado en cierta forma mi autoestima y que algunas veces no estaba segura de haberlo superado en absoluto.
Yo creí que fui clara con todo lo que me había ocurrido. Le había dicho a Harry el trato que recibí por parte de mis compañeros durante mis años escolares y el dolor que me provocó, pero sabía que aún existían algunas historias que no le había compartido. Así que él conocía superficialmente mis dolores y yo conocía los suyos de la misma forma. Al llegar a esa conclusión me daba cuenta de que no podía exigirle dar un paso que yo aún no daba.

Para que Harry confiara en mí, debía confiar en él también.

-Amor- escuché su voz de pronto, sacándome del trance en el que me encontraba, con la vista perdida hacia la ventana.

-¿Qué?- reaccioné.

Harry sonrió porque parecía que mi desorientación le provocaba gracia o ternura.

-Dije que el tren se detendrá en unos minutos, sí quieres ir al baño ahora es el momento.

-Oh, si- acepté.

De camino hacia el baño noté que había una fila de tres personas esperando su turno.
Los baños públicos me parecían poco agradables, tenía un particular desagrado por ellos, pero estos al menos permanecían limpios. De cualquier manera traté de no demorarme más del tiempo indispensable en él y mientras esperaba mi turno, vi a un grupo de adolescentes jóvenes hablando acerca de las atracciones en pueblo al que nos dirigíamos, discutían entre visitar primero el teleferico o la zona de esquí.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora