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En 2006, mientras en el país se hablaba de una guerra con el medio oriente y los estragos del atentado a las torres gemelas aún podían sentirse en la gran ciudad de Nueva York. Me mudé con mi novia a un departamento en el prestigioso campus universitario Grayford, en la ciudad de Riveria. Tenía dieciocho años y habíamos comenzado una licenciatura en periodismo.
Era la época en la que todos mis logros y aspiraciones me hacían sentir como un hombre y ya no tanto como un adolescente. Anna dijo que estábamos hechos para relatar grandes cosas y en nuestro primer año nos unimos al grupo estudiantil de informe. Un grupo de estudiantes que escribía un periódico que se difundía en el campus, con noticias relevantes de la época y asuntos de interés acerca del colegio.
Ese año, hubo mucho que escribir acerca de política, conflictos del país, asuntos de discriminación a latinos, musulmanes y afroamericanos y abuso de poder de la policía de la ciudad. Porque la ciudad de Riveria, era bien conocida por su brutalidad policiaca, sin embargo, el gobernador no hacía nada respecto a ese asunto.
Durante el mes de Abril el tema continuó creciendo entre los ciudadanos cuando un grupo de estudiantes fue interceptado delante de una preparatoria mientras tenían una discusión. La policía, culpándolos de alterar el orden público, los tomó por la fuerza, golpeándolos y arrastrándolos a las patrullas.
Aquel incidente, que pudo haberse tratado tan solo de una discusión entre adolescentes, se convirtió en un asunto mediático, que indignó a toda la población.
A partir de ese momento, relatos de personas descontentas con el trato de la policía comenzaron a hacerse escuchar en diferentes partes de Riveria. Mientras tanto, en nuestra universidad, los estudiantes de todo tipo de licenciaturas se reunían con los encargados del diario estudiantil para pedir que escribiéramos acerca de sus experiencias con la policía, haciendose notar que el maltrato por la policía era generalmente dirigido a los adolescentes, una población considerada problemática como en todos los tiempos de la historia.
Grayford, por ser una universidad prestigiada, era escuchada incluso por fuera de sus muros y pronto, la voz de nuestro periódico comenzó a esparcirse por la ciudad, involucrando a jóvenes de otras instituciones; secundarias, preparatorias y universidades.
Era el movimiento estudiantil más grande del que se hubiera hablado en años y nos sentíamos orgullosos de haberlo comenzado.
El director de nuestro diario escolar junto con otros cinco estudiantes de periodismo comenzaron a hacer reuniones callejeras y motivaron a los jovenes a hacer una manifestación. Decenas de ellos se reunieron en el centro de la ciudad con pancartas y altoparlantes, exigiendo una respuesta del gobierno, sin embargo, antes de que pasara la primera hora, la policía llegó al lugar con la orden de silenciarnos, intimidandonos con sus macanas y ante la negativa de los manifestantes a retirarse, arrojaron gas lacrimogeno y entre gritos y golpes arrestaron a ocho estudiantes, entre ellos uno de los cinco lideres del movimiento estudiantil que provenía de nuestra universidad.
