C a t o r c e

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Al dejar a Príncipe fuera de la habitación y volver la vista a Harry me detuve solo un instante y contemplé lo que estaba a punto de suceder

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Al dejar a Príncipe fuera de la habitación y volver la vista a Harry me detuve solo un instante y contemplé lo que estaba a punto de suceder.
Él ya tenía la camisa abierta y miraba curiosamente el tocador.

Pensé en encender la luz, pero luego decidí no hacerlo. Si íbamos a terminar la noche en la cama, no quería que tuviera la luz suficiente para ver mi cuerpo.
En lugar de eso, tan solo el alumbrado público entraba a medias por la ventana, entre las cortinas apenas abiertas.

Había dejado mi blusa a un lado y el sostén que traía puesto era atractivo, pero de nuevo, le daba a mi pecho una apariencia poco realista.
—¿Pasarás la noche aquí?— le pregunté con un murmullo.
—Si tú quieres— respondió.

En realidad si quería que lo hiciera, pero no podía evitar pensar a dónde nos llevaría todo eso.
La relación que estábamos teniendo no tenía control ni frenos en absoluto, habíamos comenzado a perder la cabeza tiempo atrás y esa noche, estábamos a punto de seguir a otro nivel más alto.
—Ven, acercate— propuso.

Parecía esperar a que yo diera la iniciativa, probablemente porque quería asegurarse de que yo estaba de acuerdo.
Por supuesto que lo estaba.
Me acerqué lo suficiente, hasta que al levantar las manos pude tocar su torso caliente.
Siempre tenía esa temperatura, era cálido, sin importar las inclemencias del tiempo.

Cuidadosamente deslicé su camisa a lo largo de sus brazos y él respiraba de cerca a mi mejilla, permitiéndome seguir.
Cuando su camisa desapareció, mis manos bajaron a ciegas hasta su abdomen, tocando su cinturón. Harry besó suavemente la comisura de mi boca mientras lo desabrochaba y sus manos también comenzaban a tocarme.
Una de ellas se posó en mi espalda baja y la otra acarició mi trasero. Bajó lentamente hasta mis piernas y subió después por debajo de mi falda.
—Me encanta que uses estas mallas— susurró y las tocó también, levantando mi falda para poder mirar el borde de ellas ajustado con un listón a mí muslos— me gustan mucho, son muy sensuales— insistió.

A cambio le regalé un beso en los labios. No tenía nada que decir.
Le saqué el cinturón y al desabrochar sus pantalones, permití que estos cayeran por sí mismos a lo largo de sus piernas.
Harry mordió mis labios y empujó de mí un poco para caminar a cuestas hasta la cama.

Al recostarme, él se encargó de quitarme la falda y las bragas, pero las mallas decidió dejarlas.
—¿Te molesta quedarte con las mallas?— susurró.
Negué con la cabeza. Imaginé que ese era su pequeño fetiche de la noche y me gustaba.
Tomó su billetera, sacó un preservativo de ahí y luego la tiró a un lado, sin importarle dónde rayos caería.
Me preguntaba cuanto dinero tendría dentro de ella para importarle poco a dónde iría a parar.

Al subir a mi cuerpo mis piernas no podían esperar y de inmediato lo sujetaban con firmeza.
Besó mi cuello y un gran suspiro suyo estremeció mi piel.
El contacto con su aliento, era excitante.
Me estaba humedeciendo tan rápido, deseándolo todo de una vez.
No quería rodeos, quería tenerlo dentro, no me importaba mucho el jugueteo previo en esos momentos, solo quería sentirlo en mi interior, porque el delicioso recuerdo de la última vez me estaba volviendo loca.
—Hazlo ya, lo necesito ya— susurré a su oído y él se apartó con una sonrisa.
—¿Qué necesitas ya?— me preguntó juguetón, a pesar de que sabía bien a lo que me refería.
—Solo empieza, te quiero dentro de mí.
—No me digas, cariño— ronroneó, se quitó los boxers y se colocó el condón.
¿Para él era divertido?
Estaba ahí rogándole que comenzara de una vez y eso aparentemente le gustaba.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora