No estoy segura de la hora en que Harry se quedó dormido. Fue antes de que el cielo diera cualquier indicio del amanecer.
Yo lo seguí unos minutos después.
Estaba cansada pero también preocupada y no sabía exactamente lo que debía decir o hacer.Acaricié sus mejillas con los dedos. Estaban frías, pero ya se habían secado.
Jale las sabanas y con un susurro le dije que lo amaba y a pesar de que estaba dormido, su cuerpo dio una señal de que me había escuchado.—Mm...— hizo un ruido bajo, seco y estiró el brazo hacia mí, para abrazarme como lo haría alguien con una almohada.
Decidí quedarme callada, no quería turbar su sueño, así que cerré los ojos y desee que sus sueños fueran mejores que los que tuvo antes.
Deseaba que pudiera sentirse seguro conmigo en esa cama y olvidarse de lo que había pasado.
Aunque esto último era mucho pedir.Para Harry, olvidarse de algo tan aterrador como el día en que casi muere en medio de una masacre, era imposible. Por el contrario, sabía bien que viviría con esos recuerdos el resto de su vida y eso me ponía triste y melancólica junto con él.
No podría saber con certeza lo que se sentiría vivir algo semejante, pero cuando soñaba, podía imaginarlo y lo que imaginaba me daba terror.
Imaginaba el olor de la sangre y la imagen de un cadáver o un cuerpo a medio morir frente a mí y despertaba sobresaltada cada determinado tiempo, hasta que de pronto, al abrir los ojos por la mañana, Harry se había ido otra vez.
Me senté bruscamente y miré hacia la chimenea, temiendo verlo ahí, pero no estaba.
Mire de un lado a otro y no había rastro suyo.
Me recosté de nuevo, al sentirme algo mareada por haberme incorporado tan rápido y cerré los ojos por unos minutos hasta que un ruido suave en la puerta volvió a despertarme.Rodé sobre la cama y vi a Harry, entrando a la cabaña dando saltitos y sacundiendose el frío, hasta que se dio cuenta de que estaba mirándolo.
—Mi amor— dijo— ya iba a despertarte.
En las manos sostenía un par de cafés en vasos desechables.
—¿Que hora es?— pregunté desorientada y él, con una energía vibrante, cruzó el vestíbulo hasta la cocina, dejó los cafés en la mesa, miró la hora en su reloj y se acercó a mí con una sonrisa.
—Las ocho cuarenta, es tarde corazón, debes levantarte— me dijo.
Su rostro lucía totalmente diferente. Como si todo lo que había ocurrido durante la madrugada, sólo fuera parte de un sueño mío.
¿Lo había soñado?
No. Era imposible. Lo recordaba demasiado bien para pensar que se trató de un sueño.
Pero Harry, se acercó a mí, subió una rodilla a la cama y se inclinó para llenarme de besos.
Me regocije un poco.
Era agradable, aunque aún no podía sacarme de la cabeza que por la noche lo descubrí llorando.
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Querida mía | Harry Styles |
FanficUna novela de amor entre una chica y un extraño hombre en la casa de a lado.