C u a r e n t a y u n o

1.7K 105 8
                                    

Sobre el campo nevado rodeado por naturaleza, estaban bien instaladas esas curiosas cabañas de techos anchos, separadas cada veinte o treinta metros entre sí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sobre el campo nevado rodeado por naturaleza, estaban bien instaladas esas curiosas cabañas de techos anchos, separadas cada veinte o treinta metros entre sí.

Podía ver desde el pórtico la casa de nuestros vecinos, al otro lado del tronco de un gigantesco pino.

Miré hacia arriba deslumbrada por la altura de esos árboles que parecían no tener fin.

-¿Vienes, linda?- preguntó Harry al cruzar la puerta de la cabaña.

Yo lo seguí y cerré de inmediato por detrás de mí para evitar que el frio entrase ahí.

-¡Esto es genial!- celebré al encontrarme con el interior de ese refugio, amueblado por completo con rústicos objetos de cedro y caoba. Justo después del recibidor, en un extremo había una cocineta y del otro lado, la cama no contaba con paredes que la rodeasen como a una habitación ordinaria, en lugar de eso tan solo estaba por encima de un estrado de madera, elegantemente colocada entre alfombras de pelaje y bajo un precioso candelabro. Por último, al fondo del lugar, se encontraba la sala en torno a una moderna chimenea forjada en metal negro cuyo cilindro subía hasta atravesar el techo, y a cada lado de esa chimenea dos ventanales nos permitían una preciosa vista a las montañas. Era modesto pero lleno de extravagancia, un equilibrio perfecto.

Corrí hacia la cama para abordarla de un salto mientras Harry, colocó las maletas en el suelo, puso las manos en la cintura y miró el rededor.

-Nos tocó una cabaña pequeña.

-Solo somos dos personas- respondí desde la cama, donde me senté y me envolví con los cobertores hasta que solamente mi rostro sobresalía de ese enredo de telas.

Harry me miró y nos regalamos una sonrisa al mismo tiempo.

-¿Estás bien?- preguntó.

-Ahora si- respondí.

-Te dije que debimos quedarnos en la playa en lugar de venir aquí, ahora estarás congelándote por días- trató de sermonearme, pero se equivocaba, a pesar del frio ese lugar me gustaba y me parecía que podía disfrutarlo mucho.

-Estás loco, esto es genial, jamás había visitado un lugar como este.

-Bueno- respondió el chico y comenzó a abrir las maletas para ocuparse de colocar algunas de sus cosas en una cajonera junto a la cama.

Eso me pareció extraño. Nunca vi a alguien desempacar tan pronto como llegaba a un lugar.

-¿Qué haces?

-Guardo la ropa, no quiero que se maltrate en la maleta, odio que mi ropa se arrugue.

-Que bebé tan meticuloso- comenté.

Él sonrió.

-¿Quieres que guarde la tuya?- ofreció amablemente, pero a mí nunca me importó llevar la ropa como saliera de la maleta.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora