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La última semana me resultó complicado ocultar mi relación con Harry. Especialmente porque Greta ya comenzaba a sospechar bastante. Hacia muchas preguntas, como la razón por la que no les había dicho nada, también quería saber si había aceptado salir con él después de su invitación y era extraño negarlo, porque tenía la sensación de que no me creía. —No entiendo cómo podrías negarte, él es perfecto— dijo ella en un momento en el que nadie más nos escuchaba. Zahira, junto con otras estudiantes más, estaban entretenidas charlando con un grupo de chicos que se encontraban sentados en fila por encima del muro que nos separaba del edificio vecino. Yo mientras tanto, fingía estar muy ocupada con un libro de arte entre las manos, pero en realidad, no podía concentrarme porque la rubia a mi lado continuaba insistiendo en saber todo sobre Harry. —No hablemos más de eso— rogué sin quitar los ojos del libro y aunque no leía nada, me negaba a cerrarlo. Tenía la esperanza de que de esa forma, Greta se rendiría. No funcionó. En realidad, un rubor caliente estaba comenzando a propagarse por mis mejillas cuando por el rabillo del ojo la vi inclinarse más cerca de mí, analizandome fijamente y formando lenta y tortuosamente una sonrisa malévola. —No me engañas, si saliste con él— murmuró. —Ay ya basta— me rompí como una completa idiota y cubrí mi rostro con el libro.
Greta soltó una carcajada y sentada con las manos en las rodillas, golpeó emocionada los pies contra el pasto. —¡Dimelo, maldita! ¡Cuéntamelo todo! ¿Te besó? ¡Oh dios, te besó!— gritó ansiosa y yo la golpee con mi libro para hacerla callar. —Si quieres que te cuente, tienes que callarte— demandé. Como respuesta, ella llevó su enjoyada mano a su boca en señal de que no hablaría más. ¿En que estaba pensando? No podía confiar en ella. No podía. ¿O si? Una parte de mí estaba a punto de reventar. —Si, estuve saliendo con él— susurré. —¿Estuviste saliendo?— preguntó con incredulidad, sus ojos se abrían más y más y sus facciones se distorsionaron unos segundos hasta que volvió súbitamente a la expresión anterior de calma, como si tratara de controlarse—¿Has salido más de una vez con él?— preguntó integrada pero al mismo tiempo, la voz de Zahira nos interrumpió. —¿Qué hacen aquí? Ali, están preguntando por ti— sonriente, me tomó del brazo y me jaló para llevarme hacia donde el grupo de chicos continuaba. Entre ellos, me encontré con Mark Brady. Solía verlo con frecuencia ahí y era extraño pensar que esa continuaba siendo la única forma en que lo veía. Me preguntaba si seguiría siendo tan simpático una vez que estuviera de pie. —Ahi estás, ¿Estudias mucho?— preguntó con una sonrisa al notar el libro que llevaba en una mano. —Pues a veces lo intento— murmuré, mirando a Greta por ser quien principalmente me había interrumpido.
Mark sonrió y extendió una mano en la que sostenía una goma de mascar. —¿Quieres uno?— preguntó. —Gracias— acepté.
Charlamos por unos minutos acerca de la escuela y el clima. Nuestras conversaciones siempre tenían ese estilo, no eran muy profundas pero tampoco resultaban fastidiosas, quizá porque no duraban demasiado. Algunas veces, solían sorprendernos a mitad de nuestra charla, alguna monja o un catedrático que estuviera al otro lado de ese muro y que con su fuerte voz dijera: «¿Qué hacen todos ahí?» Esa tarde fue así, pero esta vez Mark no se marchó sin antes pedirme salir. —Hoy ya tengo planes— mentí. —¿Qué harás?— preguntó y yo trataba de buscar un pretexto, pero Greta a mi lado fue más rápida. —Estaremos haciendo un tonto proyecto en mi casa— dijo y sin más que añadir se dio vuelta junto con las otras chicas que se alejaban. Ahora, tan solo Brady estaba sobre ese muro y no tenía mucho tiempo más para estar ahí, porque estaban a punto de reprenderlo. —Dame tu número y puedo llamarte después.
