Q u i n c e

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Ahí estaba ese húmedo cosquilleo de nuevo, que por un momento me pareció un fastidio

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Ahí estaba ese húmedo cosquilleo de nuevo, que por un momento me pareció un fastidio.
Cada vez que lo sentía posarse en mi mejilla, lo escarmentaba sacudiendo una mano y luego tallaba con mis dedos él lugar de mi rostro, donde lo había sentido, pero al poco rato, regresó y esta vez también sentí una suave caricia en mi espalda, en mi antebrazo y mi cintura.
—Ali— susurró mi nombre y me regocije al reconocer su voz.
Suspiré y me quedé muy quieta, permitiendole seguir.
Así que volví a sentirlo.
Aquel cosquilleo se trataba de sus besos, posándose una y otra vez en diferentes partes de mi cara.
—¿Estás despierta?— volvió a hablar, con un volumen de voz muy bajo que logró estremecerme.
No respondí, pero al acariciar su pecho con una mano le hice saber que si lo estaba.
—Despierta, linda, quiero llevarte a desayunar— me dijo.
Sonreí por sus lindas palabras y su dulce manera de besarme.
Todos en el mundo debían tener la oportunidad de ser despertados a besos al menos una vez en la vida.
Era estupendo, me estaba gustando tanto que se me escapó un ronroneo, justo como el de un gato.
Harry sonrió contra la comisura de mi boca, deslizó una mano bien abierta de mi cintura a mi espalda y me atrajo más cerca.
Besó mis labios, mis mejillas, mi frente, mis párpados cerrados, bajó lento a mi mentón y a mi cuello y era tan suave, tan cuidadoso, que parecía más interesado en satisfacerme a mí que a sí mismo en ese momento.
—Estoy desnuda— pensé en voz alta con descuido.
Harry asintió risueño.
—Si, ¿Qué te pasó?— bromeó.
Yo me hice a la tonta.
—No lo sé— suspiré, rodee su cuello con un brazo y luego mi mano acarició su espalda tan fuerte.
Harry, ocultó el rostro cerca de mi oído, con la mejilla sobre la almohada y ahí volvió a susurrar.
—Acompañame a tomar una ducha.
—No tengo fuerza para levantarme— respondí.
—Puedo cargarte— propuso.
Yo lo pensé por un momento, aunque no disponía de tanto tiempo para meditarlo, porque Harry ya comenzaba a levantarse y jalaba las sábanas para quitarmelas.
Reí nerviosa, tomando su muñeca con una mano y jalandolo de nuevo para que estuviera cerca y así no pudiera mirarme desde una distancia que le diera un panorama completo de mi cuerpo.
Era intimidante, ahora que el sol iluminaba perfectamente la habitación a través de la ventana.
Ya no estaba bajo su cuerpo, ya no estaba parcialmente oculta por el manto de la noche.
Había mucho más que ver de mí y no quería que lo hiciera, aunque no me atrevía a decirlo en voz alta.
—Vamos— dijo y rodeó mi cintura con un brazo para lavantarme de un solo tirón.
Solté una carcajada. Era también divertido, me sorprendía su fuerza, me enamoraba.

Me sentía segura mientras estaba en sus brazos, con las piernas en su cintura, los brazos alrededor de su cuello, mi pecho contra el suyo.
Sus ojos fijos en el camino.
Besé su mejilla.
Me gustaba su perfil. Mirarlo me cautivaba aún más, pero la dicha comenzó a arruinarse cuando Harry llegó a la ducha y trató de soltarme.
—No— me quejé.
Él tan solo rió y trato de ajustar el agua de la regadera mientras yo continuaba como un koala contra su cuerpo, aferrada con más fuerza ahora que él había dejado de sostenerme y dejaba que mi cuerpo cayera por si mismo, debido a la gravedad.
Me resistí cuanto pude y ambos reíamos.
—Ya sueltate Ali, necesito lavarme el cabello.
—Yo lo haré por ti, cariño— le ofrecí y Harry no se resistió, aunque para él todo eso era un juego, tal vez pensaba que podría retractarme pronto.

Querida mía | Harry Styles |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora