Cuando llegamos a casa, encontramos a mis papás en la cocina. Sentados en la mesa, donde reposadas en la mesa, había un par de tazas, para que no quedase duda que tenían un motivo para estar ahí, aunque yo sabía que en realidad, el motivo era que nos estaban esperando.
―Ya estoy aquí― avisé.
―¿Cenaron? ¿Necesitan algo?― preguntó mamá.
―Si ya cenamos, estamos bien, gracias, iremos a dormir― murmuré al acercarme a ellos para darles las buenas noches.
Por ahí, debajo del largo mantel de la mesa de colores pastel, apareció Príncipe y su ruidoso acecido.―¡Ahí estás tú!― celebré pero comenzaba a preguntarme donde podría colocar su cama y su comida, porque sabía que mamá tenía la estricta norma de « No perros en las habitaciones».
No estaba segura si él podría dormir en el jardín pero mis padres aseguraban que estuvo tranquilo ahí toda la tarde. De cualquier forma, si lo escuchaba llorar durante la noche, podía permitirle entrar a mi habitación sin que mis padres lo supieran.
Saqué sus cosas entonces de nuevo al jardín y el pequeño canino color miel me siguió sin rezongar.
Coloqué su cama y su comida debajo del techo de la palapa que teníamos cerca de una alberca vacía. Me aseguré de que estuviera a gusto, le di un beso de buenas noches y partí.De vuelta en la cocina. Harry me esperaba en el marco de la puerta.
Charlaba amenamente con mis padres acerca de su gusto por la naturaleza y mencionaba lo mucho que le gustaría vivir tan cerca del mar.
Se despidió cortésmente después y ambos subimos en silencio las escaleras. La incomodidad entre nosotros durante la última media hora, podía percibirse bastante.
Harry me había dado un sermón acerca de la autoestima, el amor propio, el perdón y mucho acerca de dejar el pasado atrás, y eso no me gustó del todo, pero tampoco estaba enfadada con él por haberse atrevido a confrontar mis dolores.
El problema, era que a mí no me gustaba hablar del tema, especialmente cuando alguien insinuaba que la del problema en todo eso, era yo.Al entrar a la habitación, busque en mi armario una pijama sencilla. Todas las que usaba en Polk eran más gruesas debido al clima, pero en Carolina la temperatura siempre es tropical.
Tomé un vestidito de lino blanco.
Harry al otro lado de la cama, jaló un par de prendas de su maleta.―Voy a tomar una ducha―rompió el silencio finalmente― ¿Vienes conmigo?
Lo miré con ojos grandes y llevé un dedo a mis labios temiendo que mis padres podrían escucharlo en cualquier parte de la casa.
―No puedo ducharme contigo, si mi mamá lo descubre…― hice una pausa dramática para dejar a su criterio el final de esa frase.
―Oh, ah, ya… lo siento― susurró con una sonrisa y se acercó a mí para darme un beso en la frente― te quiero mucho― me recordó, por si acaso lo hubiera olvidado tras nuestra pequeña discusión acerca de mi inseguridad.
ESTÁS LEYENDO
Querida mía | Harry Styles |
FanfictionUna novela de amor entre una chica y un extraño hombre en la casa de a lado.