Capítulo 3

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El primer día

[Jaylin Davis]

Una brillante luz entra por las ventanas, ella y yo no vamos acorde. Los nudillos se me ponen blancos cuando agarro con fuerzas la tira de la bolsa donde llevo todos los libros y libretas. Inspiro profundamente, dándome fuerzas, pero no son ni de lejos suficientes. Me quedo plantada en el umbral del pasillo de noveno grado, donde se me confunde con los nuevos estudiantes. Donde no atraigo miradas. Donde soy una más. Expiro y vuelvo a inspirar, suelto las manos y las dejo a los lados. Cierro los ojos unos instantes cuando vuelvo a expirar de nuevo, y avanzo un paso hacía mi destino. Me vuelvo a parar, no acabaré nunca. Inspiro otra vez y de repente me encuentro caminando firmemente hacía mi nueva clase.

Cabeza en alto cruzo la puerta y me arrepiento al instante.

Doce cabezas se giran para mirarme.

Doce pares de ojos se fijan en mí.

Trago saliva e intentando que no se note mi vacilación entro y me siento en una de las mesas al lado de la pared, pero en el centro del aula. «No destaques más de lo necesario» me digo, pero no funciona. Las miradas siguen posadas en mí, y los cuchicheos no tardan en empezar.

Saco lentamente el libro de texto y abriéndolo por la primera página empiezo a leer la introducción para tener algo que hacer. O al menos lo intento, ya que una parte de mí examina mi entorno. Una parte de mí escucha a un par de chicos murmurar, una parte de mí sabe que hay un grupo de chicas mirándome y susurrando. Y sé, que no lo soporto. «No pasa nada» me repito mentalmente «esto es un pequeño precio por estudiar con Arthur» me recuerdo, y funciona. Sorprendentemente funciona, ya que todos los susurros cesan.

«¿Todos los susurros cesan?»

Giro la cabeza tan disimuladamente como me es posible mirando a aquellas personas a las que hace un momento les tenía terror. Sus miradas se dirigen a la puerta y la mía se les une. «¿Qué puede parar los susurros sobre una chica nueva?» me pregunto.

Una chica alta entra sin fijarse en nadie y se sienta detrás de mí. No vacila, no me mira, no nota a nadie. Cruza las piernas y con la mirada al frente, se pierde en su mundo. Su pelo, recogido en una coleta alta, se agita ligeramente con la brisa de la ventana abierta y me da rabia. Yo también quiero un pelo que no destaque, que no sea color zanahoria, pero al mismo tiempo, no la envidio, ha atraído más atención que yo. Es... ¿increíble?

Un carraspeo de garganta me saca de mis pensamientos, todas las mesas están ocupadas y todos sus ocupantes me miran a mí. De nuevo.

Todo mi cuerpo se tensa.

—Señorita... —dice el hombre que parado delante la pizarra está esperando que yo continúe su frase.

—Davis —respondo en un susurro ahogado con la sangre acumulándose en mis mejillas y el cuerpo temblando ligeramente—. Jaylin. Jaylin Davis —rectifico deseando que se me trague la silla. Se oyen un par de risitas por el fondo.

—Bienvenida —suelta mordazmente poniendo ligeramente los ojos en blanco, mueve casi imperceptiblemente la cabeza como negando, y finalmente centra la atención en la clase —. Aquí estamos un año más —de nuevo se oyen unas risitas entre los alumnos. El profesor suspira antes de seguir hablando—. Este año trataremos algunos temas más complicados...

No puedo prestar atención, no soy capaz de hacerlo si la mitad de las miradas están posadas en mí, y la otra mitad en la chica que se sienta a mi espalda. «¿Quién demonios debe ser?» Mi cabeza le da vueltas una y otra vez. El director me dijo que no había nadie más nuevo, se lo pregunté expresamente, así que ya venía a este centro anteriormente. No parece la popular ni la nerd. No tiene un grano monumental en la frente ni perforaciones a través de toda la oreja. Así que supongo que habrá hecho un cambio radical durante el verano o puede que, durante este, haya hecho algo sorprendente... Pero no presume... No habla... Mis pensamientos e imaginación van creando posibles escenarios cuando de repente la puerta se abre con un estruendoso golpe sordo.

Todas las cabezas se giran con sorpresa en el rostro o espanto por el repentino impacto de la puerta contra la pared.

—¡Qué no! —grita a pleno pulmón una voz de chica en el pasillo y cuando entra, con pasos furiosos, me doy cuenta de quien es, Alice.

«¿Alice?».

No mira a nadie, simplemente entra hecha una furia y se sienta en una silla vacía cercana a la pared del fondo. Su cara roja de pura rabia se pasea bruscamente por la clase, parándose finalmente en mí. Inspira trabajosamente antes de soltar el aire. Está realmente cabreada.

La estoy mirando tan disimuladamente como me es posible cuando escucho que la puerta se cierra con otro golpe.

—Lo siento —murmura una voz enfadada sin auténtica disculpa en el tono.

Aparto la vista de Alice para ver quien con quien estaba discutiendo, cuando me quedo paralizada, un Jake furioso camina por mi pasillo.

Aparto la vista de Alice para ver quien con quien estaba discutiendo, cuando me quedo paralizada, un Jake furioso camina por mi pasillo

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