Dos historias cruzadas
[Laia Álvarez]
—Cameron... ¿Qué acaba de pasar? —le pregunto más perdida que la una.
No me escucha. Su "mirada" sigue en el punto en que estaba el chico y en que una bonita adolescente de un envidiable pelo pelirrojo nos observa con la misma cara que debo tener yo en estos instantes.
Segundos después, en los que ella y yo compartimos miradas de duda -aún desconcertadas- Cameron empieza a andar tan rápido como el desconocido terreno le permite.
Uniendo mi brazo con el suyo, le ayudo a moverse, aunque es él quien me guía con una precisión increíble hasta la chica.
—¿Estás bien? —le pregunta en su maravilloso inglés.
Ella asiente levemente, aunque no tarda en soltar un leve "Sí" (también en inglés, obvio) cuando se da cuenta de que no puede verla.
—Vamos —añade al instante en que la oye y empieza a andar, dejándonos atrás, aún desconcertadas. La chica me mira, asustada e indecisa a la vez, pero tras tenderle la mano -que coge con timidez- empezamos a seguirle a una distancia prudencial. Tengo la leve sensación de que no le apetece mi compañía. O la de nadie.
Me aclaro la garganta -también incomoda- pero acabo dando el paso.
—Me llamo... —me doy cuenta de mi error y vuelvo a repetirlo ahora en mi maravilloso y oxidado inglés que no me había usado nunca fuera de un recinto educativo—. Me llamo Laia. ¿Tú?
—Jaylin —contesta con una voz tan floja que casi no lo escucho.
—Ni idea de lo que está pasando ¿Verdad?
Niega con la cabeza. «¡Vaya conversadora!» Así que andamos en silencio, miles de preguntas rondando en nuestras cabezas. O al menos en la mía.
Cuando veinte minutos después llegamos a nuestro alojamiento, Jaylin empieza a mirarnos respectivamente, asustada. Estoy preguntándole que que le pasa cuando su semblante se llena de sorpresa al ver a Cameron abrir la puerta. Entra con prisas.
Le seguimos dentro y entonces un señor de unos 65 años muy pero que muy bien llevados sale de la cocina con un de esos trajes que debe costar un ojo de la cara. O un riñón. «¡¿Qué mierdas?!».
Él parece opinar lo mismo de mí, porque su cara se transforma en una mueca de: ¿Y quién diablos es esta?
—Jaylin... —su voz se pierde en la distancia cuando de pronto repara en mi acompañante. En su rostro se dibuja la confusión. La sorpresa. El desconcierto. Aunque esas expresiones no tardan en convertirse en horror. —¡Madre mía! —exclama completamente horrorizado, acercándose a Cameron, a quién parece conocer.
Sin tener ni idea de lo que está pasando, sigo su mirada, que se posa en una de las cicatrices que Iván le dejó por todo el cuerpo. La culpa vuelve a invadirme como un monstruo que ya no es capaz de ocultarse más. Las examina con consternación—. ¿Qué...? ¿Qué ha pasado...?
Cameron no le responde, su mente está en otro lugar. O puede que en otra persona.
—Voy a buscar a Jay. —Los ojos de la chica -Jaylin- se abren como platos. «¡Sorpresa!» exclama mi vocecita interior dejando entrever su característico sarcasmo, aunque esta vez es bastante acertado.
Volviendo a la realidad, Cameron se apresura hacia la puerta sin que el bastón toque el suelo -cosa que tiene sentido, puesto que por su casa tampoco lo usa ya que está familiarizado con ella- pero se choca con una maleta que nuestra, no es.

ESTÁS LEYENDO
Tiako ianao ✔
RomanceLa vida de Cameron nunca volverá a ser la misma. Nunca. Jaylin lucha por perseguir sus sueños, aunque estos impliquen cambiar de instituto, de ciudad, de vida. Jake está cegado de odio, de rabia, pero sobre todo, de culpabilidad. Está estudiando per...