Capítulo 51

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El violín

[Laia Álvarez]

Yo seguía sin entender demasiado cuando Cameron y el chico entraron por la puerta. No parecía que se hubieran molido a palos -como Alice había sugerido que pasaría- cosa que me tranquilizó bastante.

Cuando los vimos fue un poco caótico. Jaylin se acercó rápidamente a Jake y lo abrazó, haciendo que él se quedara pasmado ante la sorpresa. Supongo que ella empezaba a entender el comportamiento de él -aunque no fuese correcto- y él, no entendía cómo era posible que ella lo perdonase tan rápido después de haberla dejado con unos completos desconocidos. Porque ambos no tenían ni idea de que Arthur y Alice nos habían contado lo suficiente como para entender lo que realmente ocurrió.

Aún así, yo ya sabía del accidente y en el fondo tampoco me sorprendió tanto lo que me contaron. Más aún si teníamos en cuenta que seguía sin entender el motivo de que se conociesen. Dirigiéndose a Jaylin habían dicho algo así como "ocupas el puesto que tuvo Cameron", pero en medio del discurso que nos soltaron no me atreví a preguntar a que puesto se referían.

Por otro lado, Arthur y Alice fueron a abrazar a Cameron, hablando tan rápido entre ellos que perdí el hilo de la conversación cuando tan solo llevaban dos miseras palabras. Mi inglés se encontraba muy oxidado.

—¿Laia? —pregunta entonces Cameron mientras recorre la habitación con la cabeza, intentando encontrarme. Me acerco cogiéndole del brazo al instante y Arthur no tarda en acercarse a Jake, mientras que Alice se pierde por las escaleras. Cameron habla en castellano para que la conversación quede entre nosotros—. ¿Me acompañas arriba? Tengo que enseñarte algo.

Subimos a la tercera planta, donde tenemos la habitación, pero en vez de entrar Cameron se queda en el pequeño espacio donde se encuentran las puertas de dos habitaciones y el baño.

—No entiendo.

—¿Ves por aquí alguna especie de palo? —eso solo hace que confundirme más, pero no tardo en localizarlo, apoyado en el marco de una puerta, casi invisible a la vista.

Cojo la delgada vara de metal de poco más de un metro y medio sin saber que hacer.

—¿Siguiente paso? —pregunto ganándome una risa por parte de él.

—Ahora ¿Ves en el techo una especie de trampilla con un gancho? —asiento soltando un "Yep"—. Ábrela con el palo —explica, y así lo hago. Sin demasiada dificultado (ni fuerza cosa que me sorprende un montón) logro enganchar el palo en una especie de arandela que cuelga de un extremo de la trampilla y unas increíblemente estables escaleras bajan hasta el suelo.

—Me gusta como pinta esto. ¿Encontraremos un cadáver? —le pregunto tan seria como soy capaz de aparentar. Que me saque la lengua es lo único que consigo.

—Ayúdame, anda —murmura pocos segundos después, y guiándole hasta delante de ellas, subimos en silencio. Aun teniendo una apariencia estable una necesidad de tener que llegar al destino se apodera de mí cuando empiezan a crujir sin control.

No tengo tiempo de agradecerle al universo de seguir viva ya que Cameron me da la siguiente indicación.

—¿Puedes buscar el interruptor de la luz? —Medio minuto de búsqueda después empieza a retorcerse, incómodo—. Sabes... Te ayudaría, pero nunca la he necesitado. No tengo ni idea de donde está.

—No pasa na... ¡Ya está! —una tenue luz amarillenta cubre todo el espacio, desvelando un desván normal y corriente, pero sin las típicas telarañas y exceso de polvo de las películas. Supongo que no hay cadáver para mí.

—Vale... Debería estar... —murmura mientras se pasea por el poco lugar que queda despejado—. Aquí.

Se sienta en una caja mientras coge otra y con una mano me indica que me acerque. Me siento a su lado y tras un par de minutos en silencio empieza a hablar.

—La primera vez que te mencioné el accidente te dije que me había quitado mi vida. El accidente me quitó a mi hermana. La vista. Y poco a poco me fue quitando a mi mejor amigo.

» Pero me quitó otra cosa, algo que hasta ese momento había considerado mi vida. Algo incluso más importante que el poder ver.

» El accidente me quitó la música.

Cuando abre la caja se revela un violín que a mí como persona que no tiene ni idea de instrumentos me parece bastante corriente, pero que sin duda es especial para él.

—Busca en internet mi nombre —me pide pocos segundos después. Lo hago sin rechistar y podríamos decir que, en ese momento, uno: quiero matar a mi hermano porqué me mintió en toda mi cara y dos, me quedo flipando.

"Uno de los discípulos de Arthur Rotenberg sigue en coma dos semanas después del accidente automovilístico dónde falleció su hermana de tan solo quince años."

"Cameron Black se retira de los escenarios tras perder su visión a causa de un accidente de tránsito."

"Julliard School of Music hará una declaración mañana para informar del estado de Cameron Black, uno de sus más prominentes violinistas y aun en coma por un accidente en carretera"

"Tras tres semanas, Cameron Black sigue en estado grave."

"Cameron Black interpretará Nicolo Paganini en el Metropolitan Opera de Nueva York, evento en el que asistirán los dirigentes..."

"Arthur Rotenberg pide discreción para la familia Black tras el accidente automovilístico que dejó en estado grave a Cameron Black y donde falleció Aline, su hermana de tan solo quince años, en un acto multitudinario donde centenares de músicos han acudido en apoyo de la familia"

Y como estos había centenares más, en infinidad de lenguas y formatos.

Me quedé paralizada, intentando procesarlo todo.

—El violín lo era todo. Era mi pasado. Era mi presente. Pero sobre todo era mi futuro y ese accidente me lo quitó en segundos. Sin piedad.

Ahora es él quién me cuenta la historia de su vida. 

Décimo día con capítulo diario

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Décimo día con capítulo diario.

Decimotercero día encerrada en mi casa.



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