Capítulo 10

140 21 10
                                    

Medias respuestas

[Laia Álvarez]

El ambiente que antes me había parecido ver, ha desaparecido. La noche ha pasado de ser brillante a oscura, tenebrosa, tensa. El silencio invade el pequeño coche, pero también el nerviosismo, la incertidumbre. «¿Por qué lo ha hecho?» Nos preguntamos todas.

Miranda conduce en tensión, le ha gritado a Helen que apagara la música de una vez y ella, se ha puesto a teclear rápidamente en el móvil. Aún no ha parado. Yo, en el asiento de atrás, estoy revisando mi página de Instagram por cuarta vez en cinco minutos, más que nada, para tener algo que hacer y Aina... Aina quien se encuentra a mi lado con la cabeza apoyada en la ventanilla, está absorta en su mundo, un mundo de peleas y mentiras.

Oigo resoplar a Miranda -la que peor se lo ha tomado- y pocos segundos después, su seca y cortante voz rompe el silencio.

—¿Puedes contarnos de una puta vez por qué demonios te han detenido?

Me giro para ver la reacción de Aina. No se inmuta, la ignora como todas las veces que se lo hemos preguntado antes de subir al coche.

Miranda murmura algo para sí misma, vuelve a resoplar y finalmente maldice con frustración.

—¡Joder!

De repente, salimos disparadas hacia delante. El cinturón se me clava en el pecho, el aire se escapa de mis pulmones y la voz de Miranda vuelve a romper el silencio.

—¡Fuera! ¡Baja! —grita cuando el coche se detiene. Los pelos se me ponen de punta. Hasta podría decir que la temperatura del coche baja unos cuantos grados—. ¡Fuera! —vuelve a chillar con voz áspera al ver que Aina no le hace caso.

Esta se aparta de la ventana y la observa durante unos segundos con la mirada vacía. Abre la puerta lentamente y sale del coche con movimientos mecánicos, manteniendo el silencio que ha adoptado des de que hemos salido de la comisaria. Se aleja sin mirar atrás, parce un alma en pena.

La observo recorrer la oscura noche, no sé qué debe haber pasado, no sé por qué la han detenido, pero la ha dejado en trance. Qué heavy.

—Joder... —vuelve a maldecir Miranda para sí misma. Abre la puerta del pequeño coche con brusquedad y se aleja en la misma dirección que Aina, ignorando los bocinazos del coche de detrás. Las pierdo en la distancia.

Ahora soy yo quien suelta improperios.

—Mierda mierda mierda... —murmuro dándome la fuerza necesaria para decidir seguirlas. Cuando salgo del coche veo de refilón como Helen me observa atentamente mientras manosea el colgante azul que siempre lleva al cuello. No me sorprende que no se una a nosotras. Mi amiga es una persona pacífica que tiende a evitar los problemas y discusiones tanto como le es posible y tanto Miranda como yo, nos estamos metiendo de lleno en una.

Cuando las diviso, a pocos metros, Miranda está cogiendo a Aina del brazo con brusquedad para zarandearla. Ella no reacciona, no hace absolutamente nada para liberarse.

—¿¡Qué coño te pasa?! —le grita nuevamente mirándola a pocos centímetros.

Un débil murmullo se escapa por la garganta de Aina.

—Me mintió...

—¿Por esto lo agrediste? ¿Agrediste a ese chico porque te mintió?

—Me mintió...

—Aina, —dice cogiéndola de los hombros y mirándola fijamente—. ¿Quién te mintió?

—Mi primo —su voz lastimosa me parte el corazón—. Iván. Me dijo que lo habían matado. Me mintió...

Tiako ianao ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora