Mejora para empeorar
[Laia Álvarez]La oscuridad tiñe nuestro pequeño pueblo, que en realidad no es tan pequeño. El ambiente huele a una lluvia ya pasada que ha conseguido que las brillantes luces se reflejen en las superficies mojadas de todo y todos, haciendo que se respiré un aire de paz y felicidad o puede que esté muy contenta porqué el DELF (Diploma de estudios en lengua francesa) fue de pippppp madre. De verdad. Aún con mi súper nivelazo «irónicamente hablando, claro» fue súper bien y obviamente de entonces mi cuerpo vibra de energía positiva. «Y ahora parezco hippie...» En resumen, que estoy feliz. Muy feliz.
Paseamos por Molins todas juntas. Aunque es domingo hay bastante ambiente (o lo que pude haber en un pueblo de 25.000 habitantes) ya que mañana ¡es fiesta! «!Pero no para mí! ¡Uhhh! ¡Fiesta!». Eso no me quita la alegría, estoy bailando mi baile mental de la victoria cuando Helen me saca de mí ensoñación.
—¿Vamos después al Regions? —pregunta con una tímida sonrisa en el rostro.
—¡Sí! —gritamos las otras a la vez.
Un par de viandantes se nos quedan mirando y no puedo evitar saludarlos con la mano. Estoy un poco loca, lo admito.
—¿A las diez y cenamos? —Pregunta ahora Aina, esperanzada, por lo visto en el pueblo pasaron un montón de cosas y como nosotras estuvimos ocupadas con el maravilloso examen, no tuvimos demasiado tiempo para charlar.
—Yep —respondo—. ¿Quedamos en mi casa?
—Y así no caminas tu ¿no? —suelta Miranda acompañado de una sonora carcajada. Pongo los ojos ligeramente en blanco (que sino duele) y prosigue—. Quedamos en la estación y así Helen no tiene que andar tanto.
—Qué remedio... —digo con falso pesar ya que se me sale la risa. «¿He mencionado que estoy eufórica?»
Realmente estoy muy feliz.
—Tengo que ir a casa de mi abuela. Está aquí cerca —dice la que tiene que normalmente tiene coger el tren para llegar a casa.
—La que tiene que irse soy yo —comenta Aina con pesar—. Pero a las diez en la estación ¡Eh...! —me dedica un encogimiento de hombros que quiere decir algo como "ya me va bien que sea en la estación, me queda cerca de casa y ¡además andas!".
Soy un poco vaga, que le haremos.
La despedimos y seguimos paseando tranquilamente. Esto de vivir en el mismo pueblo aun yendo a la universidad en Barcelona es un lujo.
—Esto... ¿puedo invitar a Iván?
—¡Noche de chicas! —le grita Helen como contestación de la pregunta. Suelto unas risitas. Miranda se frunce de cejas y cruza los brazos intentando lucir enfadada, pero las tres estallamos en risas. ¡Dios...! Como estamos...
—Vale, vale... —murmura entonces—. Pero tengo que contaros una cosa— dice cogiéndonos del brazo como si fuésemos unas viejecitas—. Pude que haya usado chuleta en el examen de francés...
—¡Miranda!
—¡Qué es un examen oficial!
—¡Era broma! ¡Era broma! Calm down! —Grita ella a modo de respuesta mientras vuelve a poner los ojos en blanco al mismo tiempo que los abre mucho para darle un toque dramático—. Pero el chico de delante mío, rubio como si fuese un Dios nórdic... —no acaba la frase ya que sus ojos siguen mi mirada—. ¡Para Dios él! ¡El otro día no me fije! ¡Qué bombón! —grita de nuevo, y tengo que apretarle mis manos contra la boca para que no siga hablando. Parece que no nos ha visto, pero como nos escuche... Vergüenza la que voy a pasar.
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Tiako ianao ✔
RomanceLa vida de Cameron nunca volverá a ser la misma. Nunca. Jaylin lucha por perseguir sus sueños, aunque estos impliquen cambiar de instituto, de ciudad, de vida. Jake está cegado de odio, de rabia, pero sobre todo, de culpabilidad. Está estudiando per...