Cuando todo cambia
[Jaylin Davis]
La novena sinfonía de Beethoven suena por los altavoces del coche de Arthur, o eso creo, puesto que mi mente no está por la labor de apreciar la música. Mi mente se centra en Alice, que -sentada en el asiento del copiloto- mantiene una animada conversación con Arthur y en él. Jake. Sobre todo, en él. Mi mente se centra en su cuerpo, a pocos centímetros de mí. En su brillante pelo que baila ansiando libertad al viento de su ventana ligeramente abierta. En sus voluminosos cascos que lo transportan a otros mundos. Que mantienen la música solo para él y sus filamentos de oro atrapados, danzando eternamente.
Mi mente está en sus ojos -ahora cerrados-, y se esfuerza con todas sus ansias. Se esfuerza en controlarme. En evitar mirarlo. Apenas había coincidido con él des de nuestro encuentro esa noche en el bosque. Cuando estuvo a punto de besarme. Cuando estuve a punto de besarlo.
Suspiro -cansada de la incesante lucha- destensando al mismo tiempo los hombros, que -para mi mala suerte- crujen levemente ganándome con ello una furtiva mirada de Alice.
Nuestras miradas no se cruzan durante más de cinco segundos, ya que aparto la vista con rapidez centrándola en el paisaje urbano que pasa a toda velocidad por mi ventana. Aún no me acostumbro a ver tantos rascacielos y edificios monumentales. Aún no me acostumbro a esta tensión y mala relación que ha aparecido entre nosotras. Aún no me acostumbro a todos los sentimientos que siento hacia él. A todos los absurdos e injustificables sentimientos que no logro eliminar ni comprender y que aparecieron de un día al otro.
Y así pasan los eternos minutos de lucha y ansiedad, en un borrón difuminado. Atemporal. Eterno.
Un carraspeo consigue devolverme a la realidad, pero mis ansias de volverlo a ver aparecen con suficiente fuerza como para romper mis esfuerzos y tras una corta batalla interna me giro hacia él.
Y en ese preciso instante él se voltea hacia su ventana. «¿Me estaba observando?» Cuando esas palabras pasan por mi mente mi cuerpo se tensa y no puedo evitar notar como a él le ocurre lo mismo, confirmándome así que sabe que lo he pillado mirándome.
Corroborándolo definitivamente, y demostrándome hasta que nivel le inquieta esto, empieza a repiquetear su dedo contra la puerta, creando así un constante tintineo que me agita aún más.
Vuelvo a fijar la vista en la ventana
Vuelvo a fijar la vista en la ventana e intento volver a adentrarme en mi mente, pero esos toquecitos constantes... Toc, toc, toc, toc... Esos toquecitos constan... Toc, toc, toc, toc... Esos malditos toqueci... Toc, toc, toc, toc... Su dedo una y otra vez. Una y otra vez. Toc, toc, toc, toc ... Un suspiro de cabreo se escapa entre mis labios. Toc, toc, toc, toc ... Como es normal en mí empiezo a temblar. Toc, toc, toc. Toc, toc, toc. Toc, toc, toc... Toc, toc toc toc. Toc, toc, toc y exploto.
Con un movimiento brusco presiono su mano contra el vidrio, privándola de movimiento. Cesando los estresantes toquecitos. Recuperando el silencio. Pero cuando clavo mis ojos en los suyos, esperando transmitirle mi mensaje: "para ya" todo se ralentiza. El tiempo se para.
Esos ojos azules.
Esos maravillosos iris que, rodeados con un pequeño halo verde, se clavan en los míos. Atrapándome. Cautivándome. Tentándome a niveles que nunca hubiese imaginado.
Esos ojos azules.
Esos maravillo... Su nuez de Adam se mueve ligeramente, pero capta mi atención. Capta mi atención y el hechizo se desvanece tan rápido como ha aparecido. El hechizo que me ha atrapado durante... Durante... ¿Durante minutos o milésimas? ¿Durante... «¿Cómo puede provocar ese efecto en mí? ¿Cómo puede ignorarme durante semanas y luego dejarme así? ¿Cómo es eso posible?» Bajando la mirada me obligo a separar nuestras manos y volver la vista a la ventana, pero todo es peor ahora. «Creo que prefiero los golpecitos... ¡Maldición! Prefiero los malditos golpecitos antes que... Esto. Antes que esto».
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Tiako ianao ✔
RomanceLa vida de Cameron nunca volverá a ser la misma. Nunca. Jaylin lucha por perseguir sus sueños, aunque estos impliquen cambiar de instituto, de ciudad, de vida. Jake está cegado de odio, de rabia, pero sobre todo, de culpabilidad. Está estudiando per...