Capítulo 24

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"Cualquiera que diga que la felicidad la trae el sol, nunca ha bailado bajo la lluvia" Autor anónimo.

[Laia Álvarez]

De: AiCuAi

Para: K

Enviado: 28 junio 2017, 23:47

Por favor. Por favor. Por favor. Vuelve. Te echo tanto de menos... Todos piensan que me he vuelto loca. Que tengo alucinaciones, delirios o algo así. Que no he aceptado tu muerte. Pero sé que estás vivo. Qué estás bien. Solo respóndeme, por favor. No me hagas esto. Podremos hacerlo juntos. Por favor...

Solo vuelve.

Te kiero.

AiCuAi

Miles de brillantes luces se reflejan en todas y cada una de las superficies mojadas de una calle casi desierta, dándole un aire de película. Se respira un agradable olor a lluvia que no desaparece ni con la suave brisa que acaricia suavemente nuestros rostros. Es un momento mágico, y me siento realmente feliz. Esperanzada. Llena.

—¡No puedes ser! —ríe Cameron y yo solo puedo asentir, también con una sonrisa estampada en mi rostro.

Miles de pequeños rayos de pura electricidad se esparcen por mi cuerpo. Todo por ese pequeño punto de contacto, nuestras manos unidas, su brazo alrededor del mío transmitiéndome su calidez, su calor, su alegría.

Un acogedor silencio nos rodea mientras andamos, tranquilamente, sin prisas, sin presiones. Cuando he llegado a la estación de Molins, después de un ajetreado día -y tarde, ya que había quedado para hacer un trabajo en una cafetería cercana a la universidad, - me he encontrado con un sonriente Cameron dispuesto caballerosamente a acompañarme a casa. Estoy en un maldito libro. En un sueño. En una de esas historias que no pasan. Y mientras que el asunto de Aina me preocupa -mucho-, en este preciso momento solo tengo espacio para él. Mi Cameron.

Una pequeña y helada gota cae en mi nariz.

—Está lloviendo —decimos los dos a la vez y no puedo evitar querer que se quite las gafas, para ver esos brillantes ojos.

—Me ha caído otra —comenta, y un par de minutos después estamos medio corriendo entre estruendosas carcajadas mientras miles de millones de gotas nos rodean.

Elevo mi rostro a la lluvia, dejando que me acaricie el rostro. Cerrando los ojos. Soñando. Cameron, a mí lado, hace lo mismo.

La lluvia aumenta, nuestras ropas se empapan, pero nuestra euforia permanece. Incrementa. Dejamos que nuestros cuerpos se sientan libres, disfrutamos de la liberadora sensación de dejarlo todo ir. De entregaros a la naturaleza, y solo, cuando empezamos a temblar, seguimos corriendo.

Cameron me conduce hacia una angosta calle de suelos de antiguos y finalmente se para delante de un portal. Tras rebuscar en los bolsillos de sus empapados tejanos y palpar la llave -todo con una increíble rapidez-, abre la puerta y me conduce al interior.

Subimos por las escaleras hasta la segunda planta, dónde una tenue luz nos recibe. Se gira para abrir a única puerta que hay y no puedo evitar reparar en como la mojada camiseta se arrapa a los definidos músculos de su espalda. Trago saliva y él se gira, quitándose las gafas y mirándome fijamente a los ojos. Justo como si viera. Mi corazón empieza a latir frenéticamente y mis ojos se clavan en los suyos. En ese profundo pozo azul.

Avanza ligeramente hacia mí y yo, como imán al hierro me acerco a él.

Nuestros pechos se encuentran, siento la calidez emanar de él y de pronto sus labios encuentran los míos en un beso desenfrenado. Miles de mariposas bailan por mi cuerpo. Por todo mi cuerpo, así que lo beso con ansias.

Escucho su bastón caer cuando empuja la puerta de detrás suyo y sin separarnos ni un milímetro entramos apresuradamente.

Su camiseta desaparece.

Una tenue cicatriz le cruza los abdominales así que se la beso, lo beso para curar el accidente. Lo beso para olvidarme de Aina. Lo beso porqué lo deseo. «¡Maldita sea si lo deseo!» He deseado tanto volver a probar sus labios des de esa vez, hace ya lo que parece tanto tiempo. Así que lo beso, lo beso con todas mis ansías y de pronto me encuentro en lo que creo que es una cama. No miro dónde estoy, solo lo miro a él.

Se posiciona encima mío. Sus manos exploran mi piel, mi camiseta desaparece. Los besos se intensifican. Investigo su pecho. Investiga mi espalda. Mi camiseta desaparece. Mi sujetador desaparece. Me acaricia los pechos. Y devoro su boca como si no hubiese un mañana. Acaricio su húmedo pelo, miles de sensaciones invadiéndome y de repente un gemido se escapa entre sus labios. Y eso me pone a mil. Cada contacto. Cada caricia. Cada beso.

Me deshago de sus pantalones. Se deshace de mis pantalones y solo puedo gemir, de placer, de euforia.

Tiako ianao —susurra con voz ronca y me hace suya y lo hago mío.

Gracias a @LeslyAguilar96 Laia y Cameron ya tienen nombre de ship: Laimeron

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Gracias a @LeslyAguilar96 Laia y Cameron ya tienen nombre de ship: Laimeron. ¿No es perfecto? y ¡finalmente ha salido Tiako ianao!

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onrobu

Tiako ianao ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora