Oh caperucita fugaz ¿O estrella roja? (Parte 3)

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Lloraba...

Sangre corría por mis dedos resbalando de ellos.

Dolor y ardor.

-Quién te manda a intentar cortar como yo, copiona -Bill sostenía mi muñeca mientras mojaba mi mano en el lavabo- siente el karma, caperucita fugaz jajaja.

-No te rias, duele -sorbí mi nariz.

-Solo es un corte en tu dedo.

-O claro, y como eso es tan común -dije con aires de sarcasmo.

Un olor a café y almendras invadió mis fosas nasales, provenía de Bill. Sus cabellos rubios rozaban mi nariz.

Oh no

No

-¡ACHIS! -estornudé, Bill cerró el caño.

-¿Que pasó? -soltó mi muñeca sin mucho cuidado para levantar una ceja.

-Tu cabello -me sobé la nariz dejandola enrojecida- me picaba.

-Ni hablar del tuyo, es mucho -acarició mi cabello entre sus dedos delicadamente- y supongo que es... bueno.

Sonreí, intenté bajar del banquito pero terminé resbalando y cayendo encima de Bill. Mis labios se encontraban presionados con lo suyos por mero impulso y por la inercia del momento.

Nadie hizo nada, tenía mi rostro ardiendo y los ojos de Bill se salían de sus órbitas. Me alejé rompiendo el contacto.

-¡L-Lo siento tanto Bill! -desvié la mirada de manera avergonzada.

El me sujetó de mis brazos y me atrajó con brusquedad hasta juntar nuevamente nuestros labios, devorandolos a su paso. Forcejeaba para escapar pero el lo hizo.

-Lo siento... mocosa -dijo jadeando mientras yo respiraba con dificultad.

-No... no te preocupes... -desvié mi mirada, mi corazón latía a por mil.

Nos quedamos en silencio, nadie decía nada y cada vez se volviá más pesado el ambiente. Bill levantó la mirada.

-Olvidemos eso ¿Si estrella roja? -se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa.

Asentí.

Pasaron varios días, unos tres exactamente...

¡Bill es divertido! Jugamos a varias cosas, a ambos nos gusta leer y competir en juegos de mesa, sé su comida favorita y la se cocinar.

-Buenos días estrellita, ¿Quién cocina hoy? -me miraba con una sonrisa.

-mm ¿Tal vez yo cocinaré un delicioso pollo asado? -el me miraba sorprendido, sonrió y me abrazó.

-Solo esperó que no lo quemes o te irá mal estrella roja.

Si, ese apodo quedó marcado igual que caperucita fugaz.

-Lo quemaré si me sigues amenazando rubiejo gruñón.

Si, ese increíble apodo lo cree yo, rubio más viejo igual a rubiejo.

Necesitaba conseguir zanahorias para hacer la comida, lo demás Bill lo tiene en la cabaña. Había un huerto cerca a la cabaña pero estaba dentro del bosque, no era tan lejos. Agarré mi canasta y me coloqué la capa roja para encaminarme al bosque, otra vez. La luz del sol de la mañana y el olor a bosque era relajante, ese aire fresco y el sonido de los animales era divino, como un sueño del que no quieres despertar.

-Bien, solo algunas bastarán -me agaché para sacar unas tres zanahorias, las colocaba en mi canasta para luego levantarme y sacudir la falda de mi vestido rojo- listo, a Bill le gustará.

Un resoplido sentí en mi oreja. Abrí mis ojos como platos y del miedo, la canasta calló al suelo arrojando las zanahorias. Lentamente giraba mi cabeza para apreciar a lo que más temía en el mundo

Nada de palabras esta vez esa bestia me dedicó, solo de un solo mordisco... atacó mi abdomen. Grité con todas mis fuerzas al sentir ese horrible dolor, sangre volvió rojo todo mi cuerpo, bueno, al menos lo que aun podía apreciar. El lobo calló al suelo al recibir el hachazo que ese hombre había lanzado, logrando acabar su vida más rápido que la mía.

-Mabel, hey -me sacudía manchando sus manos de mi sangre, no podía hablar- niña... no, hey, Mabel por favor -su rostro borroso se veía triste, como le cogí tanto cariño a ese hombre joven y como el me cogió cariño en tan poco tiempo, tal vez no tanto.

Hubieramos durado más tiempo juntos.

-Estrella roja... caperucita fugaz... -sentí como ponía presión en su agarre y la voz se le quebraba, con las fuerzas que me quedaban dije como pude lo que tenía que decir.

-Quedate... mi capa, Bill -dije con voz rasposa, el me miraba con pena en los ojos mientras apoyaba su cabeza en mi pecho.

Oh Bill... no te culpes ni te sientas triste, ganamos al final.

Esa bestia no causará más dolor, a nadie más... gracias a ti.

.

En un bosque, un hombre de unos 30 años caminaba con una bolsa algo ensangrentada con un siervo inerte dentro. Este se dirigía al pueblo a darle lo que un hombre algo mayor le había encargado para su colección de animales disecados, cosa que a Bill no le agradaba pero necesitaba el dinero.

-Aquí tienes, mi amigo -le entregó una pequeña bolsa con dinero dentro- esperó volver a hacer negocios contigo.

-Cuando quiera -dijo con semblante neutro- debo irme.

-Eh, hay algo que todo el pueblo se pregunta, incluyendome Cipher -el rubio se detiene para voltear y observar al adulto- ¿Me dejarías preguntarte?

-Esta bien -dijo sin mucho interés.

-Es sobre esa capa que llevas puesta, siempre la traes -le señala- algunos dicen que era de alguien de aquí pero no se recuerda ¿Es cierto eso?

Bill miraba con seriedad al adulto mayor, quien esperaba su respuesta. Habían pasado muchos años y nadie recordaba la desaparición de la joven Pines, su familia se había alejado del pueblo para siempre, logrando así su total olvido.

Casi total olvido. El rubio agarró de un extremo la capa, acariciando su tela.

-Quién sabe, esta capa era de alguien especial... -sonrie debilmente- eso es todo, me retiro -el adulto asiente dejando ir al melancólico rubio, quién nunca olvido la sonrisa e ingenuidad de la pequeña, que en tan poco tiempo se había robado una parte de su corazón, como el del suyo... pero eso el nunca lo sabría.

Eso fue todo, espero de que les haya gustado 💗💗 bye ❤❤

one shot -- MABILLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora