Las mañanas de domingo eran las mejores, no solo porque Hargreeves no estaba en la casa, sino también porque podía despertarme un poco más tarde. Estaba calentita en mi cama, acomodando el escritorio con mi telequinesis cuando Klaus entró de golpe en el cuarto.
—¡Diego esta muerto!—
—¿¡qué!?—me senté rápidamente.
—¡muerto de ganas de que nos prepares unos deliciosos hot cakes!—Diego brincó junto a Klaus.
Me desplomé en la cama, intentando calmar mis nervios.
—Debería lanzarlos a los dos por la ventana, malditos idiotas.—Klaus brincó sobre mi—. ¡quítate, tonto!—
—Vamos, sé que me amas. Prepara unos hot cakes ¡porfaaaa!—lo empujé fuera de la cama—. ¡oye!—
—Con ustedes no hay domingo que valga... molestan los siete días de la semana...—me levanté de la cama—. Diego, prende la cocina. Fíjate si aún queda salsa de caramelo.—el chico sonrió emocionado antes de salir disparado hacia el pasillo.
Caminé hasta el armario y saqué uno de los tantos uniformes, pero al lanzarlo sobre la cama, noté que Klaus seguía ahí.
—¿quieres verme mientras me cambio o qué? Fuera de aquí, Klaus.—
—Ya ya, tranquila.—caminó hasta la puerta.
•○•
—¿por que tenían que despertarme tan temprano?—bostecé con pereza mientras dejaba el desayuno de ambos sobre la mesa.
—Mamá sigue cargándose, además tus panqueques son los mejores.—
—Allison también sabe hacerlos...—me senté junto a Klaus.
—Pero no son tan deliciosos.—suspiré.
—¿quieres miel?—
—No, gracias. Ya tengo a alguien muy dulce acompañando mi desayuno.—negué sonriente.
—Pero que galán...—
•○•
Después del desayuno, volví a mi cuarto para ordenarlo un poco.
—Toc toc.—miré hacia la puerta, encontrándome con Klaus—. ¿Puedo pasar?—
—¿ahora pides permiso?—el chico sonrió.
—Venía a preguntarte si querías ir al centro conmigo, Mamá dice que el viejo no volverá hasta tarde y quería dar un paso.—le sonreí.
—¿Me estás invitando a una cita?—
—Sí.—aquello me tomó por sorpresa, no esperaba que fuese tan directo.
—¿cita familiar o...?—el chico parecía pensativo.
-Cita romántica... Cita de parejas.—
—Klaus...—
—Ya sé qué dirás. "Esto está mal, Klaus". Pues estoy cansado de eso. Me gustas, ____. Y no voy a seguir ocultándolo solo porque creas que esta mal.—
Por primera vez desde que lo conozco, Klaus parecía estar hablando en serio. Desde hace un buen tiempo que me da indirectas no tan indirectas de sus sentimientos hacia mí, y aunque el sentimiento es correspondido, tenía una extraña sensación que me impedía aceptarlo.
Éramos familia... ¿realmente lo éramos?
—Solo... deja de pensar en eso.—Klaus se acercó a mí casi suplicante—. Y dame una oportunidad... por favor.—
Lo miré durante unos segundos antes de suspirar.
—Esta bien... ¿a qué hora vamos?—
—¿lo dices en serio? Vaya... no creí que llegaría tan lejos.—sonrió emocionado—. Vamos ya, ahora mismo.—negué divertida.
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