~°XII°~

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Dedicado a NotFer

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—Diablos...—solté un quejido de dolor al rozar mis manos por accidente, haciendo que las yemas de mis dedos se convirtieran apenas en piedra.

—¿aún no puedes controlarlo?—

Cinco entró a mi cuarto y tomó los guantes que se encontraban sobre la cama.

—No... de verdad lo intento pero me está costando mucho.—hice un leve esfuerzo, haciendo que mis dedos volvieran a la normalidad.

—Es peligroso que incluso a ti te afecte...—Cinco se sentó frente a mi y me ayudó a ponerme los guantes.

—Si es apenas un poco puedo revertir el efecto... pero me asusta que se salga de control.—terminé de acomodar mis dedos en el guante.

—De momento no te quites estos ¿si?—tomó mis manos y sonrió.

—Sí...—sonreí apenada.

—Entonces... ¿no vendrás con nosotros a la misión de mañana?—

—No lo sé... papá dijo que debía pensarlo.—suspiré—. Pero me encantaría ir con ustedes.—

—Tranquila, podrás venir cuando estés lista.—Cinco presionó levemente mis manos antes de encaminarse a la puerta—. Descansa, ____.-

—Descansa, Cinco.—

•○•

Al otro día, como era de esperarse, Reginald no me dejó ir con mis hermanos. Aún no creía seguro que yo vaya, pues si tocaba por accidente a alguno de los chicos, ese sería su fin.

—Pero puedo llevar guantes, padre.—

—¿entonces cuál sería tu utilidad, Ocho?—

—Si ese es el caso ¿Klaus por qué va? Tampoco ayuda en la misiones.—

—No lo discutiré contigo, ve a tu habitación.—bufé molesta antes de subir corriendo las escaleras.

•○•

Me encontraba recostada en la cama, mirando distraída por la ventana el hermoso cielo azul.

—No puedo estar siempre encerrada aquí... quiero ir con los demás.—

Totalmente decidida a no permanecer más tiempo sin hacer nada, salí por la ventana y bajé por las escaleras de incendio rumbo al banco. Necesitaba demostrarle a Reginald que no era una inútil.

•○•

Al llegar al banco, me infiltré por la parte trasera, topándome con mis hermanos en plena pelea contra los delincuentes. Estaba tan preocupada por los demás que no noté cuando un tipo se acercó por mi espalda y me atrapó con fuerzas.

—¿¡a dónde ibas, mocosa!?—comenzó a ejercer más y más fuerza en su agarre, quitándome rápidamente el aliento.

Con algo de dificultad me saqué los guantes y toqué la mano del hombre, convirtiéndolo de inmediato en piedra. La endurecida figura se tambaleó levemente y cayó al suelo, quebrándose en un millón de pedazos.

—Lo... lo maté.—

Aquella era la primera vez que mataba a alguien y el hecho de que haya sido accidental no me estaba ayudando a sobrellevarlo. Intentando contener las lágrimas, busqué con desesperación mis guantes, los cuales no aparecían por ningún lado.

—¿buscabas estos?—Cinco se acercó a mi con una tierna sonrisa en el rostro y me tendió los guantes.

—Lo maté, Cinco... yo...—

—Yo maté como a 3 tipos ahí atrás, no te sientas mal por eso, eran mala gente.—asentí en silencio intentando torpemente ponerme los guantes—. Y por cierto ¿qué haces aquí?—

—Reginald... finalmente me dejó venir, pero dijo que tuviera cuidado.—mentí.

—¡eso es genial! Vamos.—tomó mi mano—. Volvamos a casa y celebremos con una pizza de mamá.—asentí sonriente.

•○•

Los chicos y yo entramos entre risas a la academia, siendo recibidos por un Reginald más que molesto.

—Puedo explicarlo, padre.—me acerqué al hombre—. Yo-

—Silencio, Ocho. No tenías permitido ir a esa misión, desobedeciste una orden.—

—¿cómo que no podías ir?—Allison se acercó a mi—. ¿Nos mentiste?—

—Tampoco es la gran cosa, Alli.—Klaus palmeó su hombro—. No te alteres.—

—Yo sí creo que es algo por lo que alterarse.—intervino Luther—. Desobedeció una orden de papá—

—¿qué? ¿Qué sucedería entonces, número Uno?—Diego se acercó molesto—. ¿Podrías dejar de ser tan lamesuelas una vez en tu vida?—

Un gran alboroto se hizo presente en la sala.
Los chicos gritaban, Reginald simplemente se retiró de la sala y Grace apareció intentando calmar la situación. Por mi parte, un fuerte dolor de cabeza comenzó a invadirme. Me sentía asfixiada entre tanto alboroto, algo me oprimía el pecho.
Para cuando Cinco notó lo que me sucedía fue demasiado tarde. Me había convertido en piedra.

•○•

Abrí los ojos con dificultad, pues aún los sentía algo pesados. Lo primero que pude ver fue la espléndida sonrisa de mamá.

—¿qué... pasó?—miré mis manos, notando que traía los guantes.

—Tus poderes se salieron de control otra vez, cielo.—me senté en la que ahora notaba era mi cama.

—¿cómo... pudiste revertir el efecto?—

—No fue para nada fácil.—miré hacia la puerta, encontrándome con un Reginald mucho más anciano.

—¿cuánto tiempo llevo convertida en piedra?—

—Bastante tiempo, Ocho.—el hombre se acercó a la cama.

—¿y mis hermanos? ¿dónde está Cinco?—

—Mañana ellos vendrán por un... evento especial, no te preocupes. Por ahora debes descansar.—aquello no me dejaba muy tranquila.

—¿ha pasado algo malo?—

Por primera vez en mi vida, recibí una sonrisa por parte de Reginald.

—En lo absoluto, Ocho. Y si llega el momento en que algo malo suceda... sé que tú y tus hermanos podrán resolverlo. Ahora descansa.—

Reginald salió del cuarto, mientras que Grace besaba mi frente y se retiraba tras él.

No sé qué diablos esta pasando, pero lo único que espero es que Cinco esté bien.

No sé qué diablos esta pasando, pero lo único que espero es que Cinco esté bien

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~° One Shots The Umbrella AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora