~° One Shots The Umbrella Academy

~°III°~

Dedicado a lis_alba

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Conociste a Klaus por casualidad en una fría madrugada de otoño, el joven Hargreeves vagaba por el parque frente a tu departamento y no era difícil deducir que estaba mal. Desde tu balcón lo viste tumbarse en uno de los bancos, parecía desorientado y, muy probablemente, ebrio o drogado. Decidiste ayudarlo, no tanto por él, sino porque aquel era un parque infantil y en unas pocas horas comenzaría a llenarse de niños que se horrorizarían al ver a un "muerto" junto al arenero.

—¿qué pasa, amigo?—te acercaste con ambas manos en los bolsillos, ocultando la mitad de tu rostro en tu bufanda—. ¿Noche difícil?—

—Mi hermano... esta muerto y puedo verlo.—rió falsamente—. Lo vi salir del cajón y saludarme como si nada.—

—... ¿estás drogado?—

—Bastante, sí.—suspiraste antes de tomarlo del brazo y llevarlo a tu departamento.

•○•

—¿tienes algo para... el dolor de cabeza?—dejaste una taza de café frente a él.

—No voy a darte más pastillas, toma el café y entrarás en calor. Así estarás mejor.—

—¿por qué me ayudas?—

—Mi sobrino viene al parque todos los días, no quiero que él y sus amigos se espanten al ver a un vago tirado en su banco favorito.—

—No soy un vago.—

—¿y qué eres? ¿un drogadicto?—

—Bueno... sí y no. Soy Klaus Hargreeves.—lo miraste sorprendida.

—¿y qué hace Séance en un parque, drogado y sin un maldito abrigo?—

—Bueno... gajes del oficio.—te sentaste frente a él.

—Hace semanas que no se sabe nada de ustedes.—

—Cuando Ben murió... todo se fue al diablo. Nos... distanciamos, cada uno hizo su camino.—

—¿elegiste el fácil?—se encogió de hombros—. Bueno, sé que no me corresponde y que no vas a escucharme pero... esto no es bueno para ti.—le diste un sorbo a tu té—. Las drogas son una mierda, arruinarán tu vida.—

—Mi vida ya está arruinada.—

—Pues drogarte no va a hacer que mejore.—

—Los veo... todo el tiempo.—lo miraste—. A los muertos, sus... espíritus. Me atormentan sin descanso. Las drogas me hacen desviar la mirada, por así decirlo.—

—No desvíes la mirada, afronta tus problemas. No soy una Cazafantasmas, pero si esos espíritus están aquí es por algo ¿no crees? Tal vez necesiten ayuda.—

—Sí, bueno ¿y quién me ayuda a mí?—

—Pues... yo.—te encogiste de hombros—. Estoy aquí, escuchando tus problemas sin saber quién eres ¿por qué no haces lo mismo por ellos?—

Klaus te miró pensativo durante unos segundos antes de sonreírte.

—Suena bien.—

•○•

—¿y qué te dice?—Klaus y tú caminaban por un vecindario algo abandonado, siguiendo las indicaciones de un espíritu.

—La señora Duncan dice que murió hace una semana y que su gato quedó solo en su casa, quiere que le busquemos un hogar.—

—¿un gato? Bueno... siempre quise uno.—

Al llegar a la casa, escucharon de inmediato los maullidos del animal provenientes del techo.

—¿esperamos a que baje?—Klaus negó mientras comenzaba a trepar por una vieja enredadera pegada a la pared.

—Tal vez no pueda bajar solo...—

—¡aún estás drogado! ¡vas a golpearte, idiota!—no hizo caso—. ¡estás loco!—

—¡tú seguiste a un desconocido hasta la casa de una muerta! ¿quién es más loco?—reíste entre dientes al ver al chico llegar al tejado.

—Idiota...—

Klaus caminaba con torpeza por el techo, resbalando de vez en cuando hasta que finalmente llegó a la chimenea.

—¿dónde está el maldito gato?—

Sentiste como algo rozaba tu pierna.

—¡Klaus! Creo que... creo que deberías bajarte.—el chico se asomó desde el techo, viendo como el gato subía de un brinco a tus brazos.

—¡tonto gato!—

Klaus dio un paso en falso, cayendo de inmediato por el tejado al patio trasero de la casa.

—¡Klaus!—

Corriste asustada detrás de la casa, encontrándote una enorme montaña de hojas secas. El chico salió de la pila algo mareado, sujetando su cabeza.

—¿estás bien?—asintió—. ¡me asustaste! ¿qué hubiese sido de mi si te morías? "Una mesera asesina a un vagabundo y se roba el gato de una vieja".—

—No morí... soy inmortal...—

Ayudaste a Klaus a ponerse de pie, quitándole las hojas secas del cabello y la ropa.
Tu mirada y la suya se encontraron, dando lugar a una contagiosa carcajada por parte de ambos.

—Fue divertido.—

—Eso dilo tú, a mí casi me da un infarto.—alzaste nuevamente al gato—. ¿Qué harás ahora, Klaus?—

—Bueno... pensé que, como seguí tus indicaciones, podrías invitarme a almorzar como compensación.—negaste divertida.

—Vamos, tenía pensado comer pasta.—

—Uy, ¡delicioso!—

—Por cierto ¿cómo se llama el gato?—

—Oh, es Michi.—

—Que creativo...—

Aquella fue la primera de muchas salidas de "rescate fantasmal" que tuviste con Klaus. Y aunque al principio lo hacías para corroborar que el chico no se matase por ahí, con el tiempo llegaste a amar al invocador.