Entré a la cocina en la mañana, encontrándome solamente con Ben.
—Que extraño... todos deberían estar aquí... o al menos Klaus intentado robar mis panqueques ¿Dónde está?—
—Haciendo... cosas.—mantuvo la mirada en su libro, dándole un sorbo a su té.
—Eso no suena bien... ¿y Allison?—
—Intentando detener a Klaus para que no haga sus cosas.—
—¿Y Diego?—
—Intentando detener a Allison para que Klaus pueda hacer sus cosas.—soltó intentando recordar cada cosa.
—¿Y tú qué haces aquí?—el grito de Luther se escuchó desde su cuarto.
—Te distraigo para que Klaus pueda hacer sus cosas.—sonrió con maldad.
—Me encargaré despues de ti, Kaneki.—lo miré molesta antes de salir rápidamente hacia el cuarto de Luther.
•○•
—¿¡quién fue!? ¿¡quién me escribió el rostro!?—
Luther intentaba inútilmente quitarse el fibrón permanente de las mejillas, solo logrando empeorarlo. Me acerqué al chico, quien aún estaba en su cama.
—Todos ustedes están castigados hasta el fin de semana, se lo diré a papá.—
—A papá le importamos una mierda.—respondió Diego como si nada.
—Entonces... a mamá ¿Qué pensará ella cuando se entere que su dulce Diego se ha portado mal?—el chico frunció el ceño.
—Eso es un golpe bajo... vamos.—Diego le hizo una seña a Klaus para salir del cuarto.
—Gracias, un poco más y habría usado mis poderes en ellos.—le sonreí a Allison.
—Me alegra que no lo hayas hecho, sabes cuáles son las reglas.—
—"no usar los poderes en nosotros", lo sé.—nos sonrió antes de marcharse.
—Me cansaron...—miré a Luther quien aún tallaba sus mejillas enojado.
—Tranquilo, número Uno.—sonreí—. Déjame ayudarte con eso.—
Caminé hasta el baño y busqué detrás del espejo una botellita de alcohol y un poco de algodón. Me senté frente a Luther y con delicadeza comencé a quitar la tinta de sus mejillas.
—No me toman en serio.—
—Son Klaus y Diego, ellos no toman en serio a nadie.—
—Pero soy el líder, así no puedo... hacer cosas de líderes.—reí por lo bajo.
—Tal vez seas nuestro líder, pero antes de eso eres nuestro hermano. Bueno... nuestra familia.—
—¿Por qué sigues negándote a decirme hermano?—
—Porque se me hace... incómodo.—
—¿y se puede saber por qué?—
—Tú sabes porqué.—sonrió.
—No, no sé.—
Terminé de limpiar sus mejillas, pasando mis pulgares y quitando el resto de alcohol.
—Porque me gustas ¿feliz? Y a diferencia de Jon Snow y los Lannister, no disfruto el incesto.—
Estaba por ir a guardar las cosas al baño, cuando sentí la mano de Luther tomar mi muñeca.
—Tú también me gustas... y esto no es incesto.—no pude evitar reír ante aquello.
Me incliné fugazmente hacia el chico y junté nuestros labios en un casto beso.
—Lo sé, número Uno. Ahora arriba, a desayunar.—
Lo último que vi antes de salir de su cuarto, fue la linda sonrisa de Luther.
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