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—Es mucha la distancia que nos separó de la orilla derecha del río Cofeno —dijo Bagoas—, resultó imposible mandar cartas al amo Hefestión, pero la que llegó hace siete horas informaba que el amo por fin logró conquistar Peucelaotis. Debe encontrarse bien. Si nos llegó el mensaje no debe estar lejos, ¿no es así?

—Nosotros tampoco estamos lejos del valle de Peshavar —asintió Alejandro.

—Tenemos más heridos que cansados —apuntó Eumenes—. Hay que preocuparnos sólo de llegar hoy mismo al valle para atenderlos.

—Tendremos un agreste trecho después del valle —dijo Ptolomeo—. Aunque podamos salir del valle sin problema, ya no pasaremos inadvertidos.

—Pero trataré de que las tribus que hayan bajado por el noreste nos pierdan lo antes posible —dijo Seleuco quien guiaba la caballería ahora.

—Hay uno o dos caminos para salir del valle de Peshavar además de la ruta principal —atajó Lisímaco que llevaba el mapa—. Hay que ir hacia la Ventosa.

—¿Qué es eso? —preguntó Eumenes.

—Es una colina casi a medio camino entre el Peshavar y el río Indo.

—Hefestión irá allí si continúa por la ruta después de Peshavar siguiendo el trazo norte que le indicó el rey Alejandro —confirmó Ptolomeo mirando el mapa de reojo—, luego de la Ventosa el camino será más difícil para Hefestión si quiere bajar lo más directo que pueda hasta el río.

Lisímaco le alcanzó el mapa a Alejandro.

El rey miró la ruta que ellos llevaban, pasando por donde estaban los asentamientos de tribus, mientras que la otra mitad del ejército seguía una ruta recta, la de las aldeas, lejos de las emboscadas, con el fin de llegar al Indo antes y levantar un puente.

—El general Hefestión es buen estratega, Pérdicas se encargará de dar las órdenes y Kassandros de que se cumplan —trató de animarlos Crátero.

—Hemos peleado siete emboscadas, estamos cansados y heridos, sólo preocupémonos de eso —insistió Eumenes.

—No estoy preocupado por Hefestión —dijo, sin embargo, Alejandro—, él sabe lo mismo que yo, el camino que sigue es directo y está bien diseñado hacia el Indo, sin duda los aldeanos pelearán para protegerlo... Es evidente que planeamos que el camino más directo fuera más ligero para que se adelantara Hefestión a edificar el puente, pero tal vez no sea tan sencillo como se lo planteé. Estoy preocupado de que lo agarren desprevenido por mi culpa, y para colmo nos quedamos con el mapa. No me informó en su carta nada sobre otros enfrentamientos, o las otras aldeas no le causaron problemas o los mapas nos mienten, después de todo son prácticamente deducciones persas, me temo. Hefestión lo sabe, me lo dijo antes de separarnos, No te fíes del mapa, trataré de hacer otro, pero, por supuesto, hará uno de la ruta principal, lo que servirá sólo para cuando estén estas tierras conquistadas... Me urge una junta con él.

—Hefestión sigue el camino del oeste, hasta el Indo, pero hay dos puntos donde nos encontraremos, tranquilo —lo calmó Seleuco y luego preguntó: —¿Creen que en el valle haya alguna tribu asentada?

—Mandaré a Koinos con una avanzada para que haga el reporte —dijo Crátero; se encaminó hacia donde estaba Koinos, intercambió unas palabras con él y al momento el otro general se volvió hacia sus propios hombres para organizarlos.  

***

El hombre no iba custodiado por soldados como cualquier personaje importante, sino por dos soldados intimidantes y treinta mil hombres siguiéndole los pasos, sus hombres estaban heridos y cansados, pero sonrieron al ver el valle de Peshavar donde ya humeaban algunas hogueras y las tiendas habían sido levantadas.

El Amante del Sol de MacedoniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora