Esos meses en Aracosia, Alejandro aprendió muchas cosas.
Aprendió el sistema que seguían las posadas y las mejores rutas de comercio: aprendió a comer los alimentos preparados al estilo persa y a distinguir cuando un alimento le haría daño o cuando un agua era salobre antes de beberla.
Aprendió de los ritos persas y decidió respetarlos, del mismo modo enseñó las costumbres griegas y deshizo algunas cosas que veían mal los persas, pero los griegos las aceptaban.
Aprendió que Persia era como el océano, que por mucho que hablaran los marineros del agua y las olas, no se hace un pescador una verdadera idea del tamaño hasta que naufraga.
Parte de la inmensidad de Persia se debía a que estaba dividida en un millar de regiones, cada uno con su propia personalidad y cultura. Aracosia era sólo una parte de las más orientales, lo que le hizo entender a Alejandro que tan sólo le faltaba dominar Bactriana y Sogdiana para que Persia entera fuera suya, y eso lo emocionó en demasía.
Llevaba cuatro semanas en el fuerte de Arsada, cada vez más cerca del Hindu Kush, en espera de nuevas noticias de Bessos, cuando se le ocurrió que en cinco años había conquistado Persia, en cinco años más tendría la India y en otros cinco, Arabia, de tal suerte que tendría apenas treinta y siete años cuando hubiera logrado conquistar el mundo entero.
La sola idea lo dejó soñar despierto de nueva cuenta. Ahora el otoño se había apoderado con firmeza de Aracosia, y las Fiestas de Cosecha hacían que las calles fueran un pequeño caos todos los días en Arsada.
Se preparaban grandes ofrendas a los dioses, los templos regalarían comida, y por tradición persa del lugar, Alejandro permitió que el palacio ofreciera una fiesta en decoro a los dioses y se invitara a las personas importantes de aquellas tierras donde estarían invitados sus propios hombres. Los persas no creían que al morir fueran al Hades, que los héroes y hombre importantes tuvieran los Campos Elíseos y que los semidioses pudieran subir al Olimpo, creían que al morir se daba cuenta de lo que habían hecho en sus vidas y los dioses decidían si iban a una especie de paraíso o a un horrendo infierno para cumplir un castigo.
Un día antes de la Fiesta Principal de la Cosecha, Hefestión se encontraba en la cripta, contando dinero con Eumenes, cuando oyó un ruido familiar. Había llegado el correo en manos de un heraldo desde Grecia, de tal suerte que ambos hombres, que jamás se hablaban, se miraron con el entrecejo fruncido y el general dejó que el secretario saliera a ver si su esposa le había mandado una carta donde le hablara de su hija, que en esos días debería estar cumpliendo ocho años.
Hefestión ya no esperaba cartas de nadie, a no ser de Cleopatra u Olimpia, de manera que permaneció sentado terminando las cuentas, y cuando salió de la cripta, con las cuentas cerradas, miró por la ventana el inicio de la última celebración y a la gente que corría entre risas. Cuenta en mano, el rubio se dirigió a las habitaciones de su rey para entregarla. Llegó a los aposentos reales y entró. Alejandro estaba caminando por todo el cuarto mirando lo que sostenía una de sus manos, un anillo con una piedra negra que Hefestión reconoció de inmediato. Había pertenecido al padre de Olimpia y al morir, ésta se lo había quitado, quizá con el fin de un día entregárselo a su hermano Alexandro, pero al parecer había terminado por mandárselo a su hijo. A Alejandro le parecía un adusto regalo.
Al ver a Hefestión lo besó y le enseñó el anillo sin dárselo, como temiendo que si lo tocaba una maldición cayera sobre de él.
Con voz tensa, Alejandro le explicó que había llegado con el mensajero de la mañana y su madre le mandaba aquél anillo para que lo entregara el día de su boda. Su madre lo odiaba, dijo, al regalarle un anillo que estaba maldito, como si las manos en las que había estado aquél anillo no hubieran sido manos espantosas en matrimonios espeluznantes.
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El Amante del Sol de Macedonia
Fiksi SejarahA sus pies se levantó un imperio. Nunca perdió una batalla. Fue uno de los mejores alumnos de Aristóteles. Se crió en la nobleza. Su fama se extendió por toda Gracia, Persia y hasta la India. Los historiadores creen que fue asesinado y otros que mur...