VIII. NACIDO PARA LA GLORIA

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Tercero: que se entregue a la princesa Cleopatra de Macedonia, mi hermana e hija suya, como esposa al rey Alexandro I de Epiro, hermano de mi madre y tío mío.


Filipo le hizo una señal al escribano para que dejara la pluma y se desperezó enlazando los dedos y estirando los brazos por encima dela cabeza. Parmenión, que había estado escuchando desde la lectura de la primera carta hasta el dictado de la respuesta, negó con la cabeza y dijo:

-Pone sus peticiones en una carta, pero no da razones para aceptarlas.

-Por supuesto que no da razones, espera que se acepten cordialmente en señal de sumisión y alianza.

-Así son los hijos, de niños quieren ser como tú y de adultos te desprecian, pero te imitan. Recuerdo al niño cuando lo cargaste porque domó a su caballo y tú y él estaban tan felices.

Filipo frunció el ceño.

-Me corresponde decidir entre ser padre y ser rey -dijo Filipo con seriedad.

-El arrepentimiento de un padre dura hasta que el hijo se hace independiente, el de un rey dura para siempre -suspiró Parmenión.

-Un rey es más importante que un padre a menos que seas el padre de un futuro rey -masculló Filipo.

-¿Y qué serás tú, amigo mío?

-Lo coherente sería ser padre, va siendo tiempo de que lo tome enserio como futuro rey, pero él quiere que le responda como rey, así habrá de acatar las consecuencias de ello. Me causa tantos problemas estando aquí como marchándose, lo sabe y por eso pone sus condiciones, como diciéndome "¿Qué problemas prefieres, conmigo en casa dando problemas de hijo, o conmigo ausente dando problemas de dirigente?" Pero si lo acepto, lo regresaré como príncipe, no como hijo, y lo recibiré como rey, no como padre... Cualquiera de las dos opciones son terribles, pero es aquí hasta donde hemos llegado él y yo. He apedreado a Alejandro desde que era niño esperando el día en que me regresara la pedrada y ahora que lo hace debo demostrarle que todavía puedo lanzar la piedra más fuerte y más lejos que él-, hizo una señal al escribano para que volviera acoger la pluma y escribiera: -Para que regreses de manera inmediata a Pella...


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Pella era la ciudad más grande de Macedonia. El santuario de Heracles era el punto de referencia para aquellos que se perdían. A menudo la gente decía, Si estás en el templo de Heracles, estás muy cerca, pero si llegas a la Casa de Monedas, ya te pasaste, no importa a dónde vayas en Pella. No era, ni por mucho, tan grande como Atenas ni tan vasta como Tebas,pero era un poco de ambas. El santuario de Démeter estaba al oeste, el de Afrodita al norte y el de Darron al suroeste, con la plaza de un lado y el mercado del otro: Pella estaba construida en una colina rodeada de canales formados por el drenaje de los lagos y de una profundidad que los hacía intransitables tanto en invierno como en verano.

El palacio era lo más sobresaliente, con sus cinco edificios levantados y sus habitaciones y corredores alrededor de un gran patio cuadrado con arcadas por todas partes. La fachada sur del palacio, la que daba a la ciudad, estaba ocupada por un grandioso pórtico construido sobre una base de dos metros de altura.

Del centro del canal más cercano a la ciudad, formado por el río Axio, sobresalía en forma de isla una ciudadela, y era en esa zona de Pella donde Amíntor tenía levantado su hogar. La mansión de Amíntor sobresalía porque tenía una palestra y baños al estilo griego, no jónico como se acostumbraba en Macedonia. Era una mansión de dos edificios donde en la articulación entre ambos se levantaba un pórtico impresionante que daba a la entrada formando una puerta de casi seis metros de altura. Era el segundo edificio más hermoso de la ciudad y por eso estaba tan cerca del palacio, creando ante cualquiera un paisaje civilizado. La mansión estaba pavimentada con mosaicos muy elaborados. Poseía dos patios con columnas, uno a cada lado de la casa; en uno, Alejandro y Hefestión jugaban de niños y en el otro, estudiaban cuando ahí se quedaban en lugar del palacio.

El Amante del Sol de MacedoniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora