Héroe Divino

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Macedonia lo vio crecer, convertirse de niño a hombre, pero jamás pudo ser enterrado ahí; partió a conquistar Persia y jamás regresó. Estudió en Mieza y fue uno de los alumnos favoritos de Aristóteles. Bajo sus pies, cada una de las Alejandrías se levantó y delante de él, uno de los más impresionantes imperios fue alzado, desde Grecia hasta la India, de un modo u otro, esas tierras llegaron a pertenecerle, así como el ejército que las conquistó. Su muerte nunca quedó esclarecida, en sus tiempos se dijo que fue envenenado mientras que los historiadores de hoy aseguran que fue por enfermedad. Lo único seguro es que tras su muerte el imperio se derrumbó. Al morir, se convirtió en un ser divino, ganó los Campos Elíseos y una religión se fundó en torno a él durante cientos de años.

En vida jamás perdió una guerra, e incluso, decía los filósofos cínicos, fue el único capaz de derrotar al poderoso Alejandro Magno. Su nombre era Hefestión Amíntoros. Nadie sabe en dónde nació, pero por su nombre, algunos historiadores especulan que podía ser originario de Atenas, donde se levantaba el templo al dios Hefestos.

Cuenta la leyenda que nació el mismo día y mes que Alejandro, quizá de su edad o un poco mayor. Según relata Plutarco en la Moralia, cuando Alejandro Magno y Hefestión se conocieron, el flechazo fue instantáneo y jamás volvieron a separarse. En fuentes romanas, ambos son descritos de manera explícita como amante y amado.

Hefestión fue el hombre más importante para Alejandro, quien llegó a considerarlo como si fuera él mismo. El problema de valorar el verdadero papel que representó Hefestión durante el reinado de Alejandro Magno es que este notable personaje era preferido por encima de Ptolomeo, la principal fuente en quien se basó Arriano. Ptolomeo en sus memorias evita hablar de él, algo que también hizo con Pérdicas, con quien hacia el final de sus días tuvo muchos conflictos.

Algunos historiadores deducen que Alejandro y Hefestión se conocieron alrededor de los quince años, porque en la primera anécdota donde se le menciona, tienen dicha edad, en sus épocas de estudio en Mieza, pero otros más sostienen que pudieron conocerse desde niños, cuando Alejandro aún tenía su educación en Pella. En cuanto a la juventud de Hefestión, tuvo que ser compleja considerando que los cronistas obviaban que, si estaba el monarca inmiscuido en algo, sin duda ahí estaría Hefestión.

Al seguir los pasos del conquistador, la vida del joven Hefestión se complicó tras la boda del rey Filipo con Eurídice en el cual, sin que se explique el motivo por los narradores, Hefestión acompañó al entonces príncipe y a Olimpia al exilio en Epiro, hecho que nos deja suponer un poco más sobre la relación entre los dos jóvenes y bosquejar el carácter de Hefestión.

Muchos textos aseguran que leyendo la Ilíada el monarca se identificó con el heroico Aquiles y vio en Hefestión al amante de aquél, Patroclo. En Troya —narra Flavio Arriano—, ante la presencia de todas las tropas, ambos rindieron juntos honores ante la tumba de Aquiles y Patroclo. Claudio Eliano afirma al respecto que con esto dejaron en claro la naturaleza de su relación, y si bien Homero jamás dice que dichos héroes hayan sido amantes, ésa era una creencia ampliamente difundida en la época del Magno, y basta para comprobarlo con leerlos textos de Platón, maestro de Aristóteles, quien sin duda enseñó aquello a sus alumnos. Diógenes de Sínope, filósofo cínico, en su episodio 24, comenta que el rey conquistador estaba "dominado por los muslos de Hefestión". Dadas las circunstancias, puede suponerse casi con toda certeza que Hefestión fue el amante de Alejandro a pesar de que ello no se afirma en ningún lugar. Paul Cartledge dice que, aunque resulta imposible comprobar que hubiera una relación física entre ambos, es más difícil sostener que no hubiera dicho vínculo que asegurar lo contrario.

Ya fuese sexo, amor o alguna interdependencia psicológica, la relación entre Alejandro y Hefestión fue analizada hasta el cansancio en la antigüedad y sigue siéndolo hoy en día. El eunuco Bagoas es la única persona que se nombra explícitamente en las fuentes en calidad de erómeno de Alejandro, lo que nos permite pensar que el carácter de la relación entre Alejandro Magno y Hefestión iba más allá de la tradición de erómeno-erastés, llegando a ser, quizá, una relación formal-sentimental.

El Amante del Sol de MacedoniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora