Era un ángel,uno que nunca había visto y dueño de una belleza casi aterradora,pese a la cicatriz que le surcaba el rostro horizontalmente,pasando sobre su nariz.Llevaba una cabellera larguísima que incluso le arrastraba,un poco,en el piso y su atuendo delató que pertenecía al universo ocho.Era imposible no quedarse embalesado con aquella figura tan armónica que parecía estar envuelta en un sueño.
-me tomo mucho más tiempo del esperado comunicarme con usted,Supremo Kaiosama- le dijo y hasta su voz sonó melodiosa-pero supongo que usted confundió este artefacto con un presente y fue almacenandolos, en lugar de emplearlos adecuadamente.
-¿quien es usted?-le pregunto Shin algo desconfiado.
-mi nombre es Ginebra y en estos momentos soy el ángel del universo ocho-le dijo.
-¿y qué es lo que quiere?
-lo mismo que usted,justicia.Esa que Zen oh sama desconoce. Esa que no se le aplica a Daishinkan-le dijo y avanzo unos pasos hacia Shin,que retrocedió los mismos- ¿cuantas cicatrices lleva usted en el alma a causa de la perversa conducta del Gran Sacerdote? Ciertamente estaba tranquilo hasta que se enteró de que él,está libre y disfrutando de una vida de paz,mientras usted ni siquiera puede tolerar que lo toquen.
-¿cómo sabe todo eso?
-lo he estado observando.No a usted a él,en espera de un momento en que pudiera saldar cuentas con el Gran Sacerdote y finalmente tengo una oportunidad,pero necesito todos los aliados que pueda conseguir, aún cuando ahora esta limitado sigue siendo muy poderoso ¿Dígame estaría usted dispuesto a ayudarme?
Shin no sabía que responder a eso,estaba confundido y algo asustado.
-hace mucho,mucho tiempo en verdad-le dijo Ginebra-cuando los universos eran dieciocho,mi hermana se reveló contra el Gran Sacerdote,después de que Zen oh sama destrullera seis universos entre los que estaba el suyo. Se revelo junto a otros cinco ángeles que pensaban que el Rey de todo sólo era un dios de la destrucción más y no podía estar en el trono universal. Acusaron a Daishinkan de mantener una postura desinteresada hacia la existencia y de no proteger la vida,además de abusar de su poder para complacer sus caprichos.Hay una verdad que nadie parece ver o todos quieren ignorar ¿sabe cual es?
Shin dijo que no con la cabeza, para entonces aquel ángel estaba a un paso de él y apoyo una rodilla en el suelo para poder quedar un poco más a su estatura.
-ustedes,los Supremo Kaiosamas, son los únicos que aman a los mortales. Valoran sus vidas y cuidan sus mundos-le dijo y su mano acarició la mejilla de un tremulo Shin-los Hakaishin destruyen los planetas bajo criterios frívolos o estándares de evolución que descuidan aspectos como la calidad de la moral y porque no también la emocional de sus criaturas. Ustedes son la línea final,el único amparo de los mortales.
-¡mi señor!-llamaba Merlot desde el pasillo.
-terminaremos está charla en otro momento,Shin-le dijo Ginebra y le beso la mejilla antes de desvanecerse.
-¡mi señor!-grito Merlot y abrió la puerta bruscamente.
Shin se tambaleó y fue a caer en los brazos del ángel que tenía un semblante de preocupación, mientras miraba a todo lados buscando algo.
-¿con quien hablaba?-le pregunto.
-no sé-le respondió Shin-no estoy seguro...
Merlot lo ayudó a levantarse y lo sentó en la cama para luego abrir la ventana.El aire estaba algo saturado.Una mariposa de color púrpura escapo de la habitación hacia el cielo y Merlot,se le quedó viendo hasta que escapo de su vista.
Tannat (Daishinkan) dejo aquel planeta y busco uno donde no hubieran mortales. Así llegó a uno pequeño con una vegetación muy amplia y animales muy singulares,pero apenas puso un pie ahí noto que alguien lo habítaba y alguien muy particular. Fue a su encuentro y ese sujeto pareció aguardar a que él,lo alcanzara.
Era ya de noche y lo primero que vio fue una fogata,luego unos animales y por último una figura encapuchada encorvada hacia el fuego. Se acercó lentamente, sin cautela, y sin siquiera pedir permiso se sentó en frente de aquel individuo que sostenía una taza de té,algo rústica,entre sus manos. Una criatura semejante a un ciervo pequeño apoyo su osico en la pierna de Tannat y este lo acarició.
-crei que por tus crímenes serias borrado,pero es demasiado pedir a los Zen oh sama,supongo-dijo Zamasu descubriendose la cabeza y dejando ver su blanco cabello.
-crei que estarías tramando un plan para aniquilar a los humanos-le dijo Tannat.
Zamasu sólo dió una sonrisa torcida.
Una nave parecía querer aterrizar no lejos de allí y Zamasu levantó un dedo hacia ella y le lanzó un rayo de energía,
la nave estalló y la fusión volvió a su posición inicial,para beber un sorbo de té.-no era necesario que hicieras eso-le dijo Tannat.
-sino vas a destruirme entonces ¡no te metas!
Tannat se encogió de hombros y se sonrió.
-¿me das un poco de eso?
-es una infusión que cree a partir de unas plantas de este planeta-le dijo Zamasu y le ofreció su taza.
-huele bien-comento Tannat y bebió un poco.
Esa misma noche el dios de la destrucción,despertaba tras tener un sueño extraño. Se levantó y llamó a Whis varias veces,pero este no aparecía.
Fastidiado salió a buscarlo y lo encontró sentado en el suelo de un corredor. A simple vista sólo parecía descansar en un sitio algo extraño,pero pese a las llamadas,el ángel, no respondía y cuando el dios estuvo frente a él, noto que de su hombro izquierdo se desprendían unas mariposas de humo lila y que Whis parecía estar dormido. Algo que jamás Bills,había presenciado. Con cuidado extendió su mano hacia él,pero no llegó a tocarlo. El cuerpo de Whis se fue hacia un costado y golpeo el piso pesadamente, quedando allí en un postura bastante incómoda. Un poco inquieto,el dios,se hinco para sostenerle la cabeza y exigirle que abriera los ojos,pero nada. Whis estaba inconsciente.
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SÍ
FanfictionEl propio Daishinkan esperaba un castigo más severo a sus acciones, pero resultó sólo destituido de su puesto. Las huellas de su mal persiguen a sus víctimas y un viejo enemigo retorna a exigir justicia.