Treinta y seis

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Ginebra se quedó sin habla al ver a esos dos pedir piedad por él ¿Cómo podía ser posible? No sabía que hacer o decir. Se sintió avergonzado.Lo empequeñecia la actitud de esos dos. Se sintió de pronto insignificante y ruin.
Ese acto le devolvió la conciencia y apasiguo su ira. Los miró discretamente y bajo la cabeza entrando en la razón de que estaba equivocado,de que sus acciones habían sido sólo motivadas por la venganza y que estaban alejadas de los finés altruistas de los que fanfarroneaba.

-En vista de que el ángel y el Supremo Kaiosama del universo siete piden piedad por usted,yo como Daishinkan lo sentencio a...

Un grito grave escapo de la boca de Ast quien era sostenida por Bills. La Shin-jin se llevó las manos al vientre mientras intentaba contenerse para no volver a gritar del agudo dolor que sentía en sus entrañas. Ginebra corrió hacia ella y tomándola de los brazos del dios,la cargo para acompañarla en los últimos minutos que le quedaban de vida.

-Lo siento tanto Ast... Todo lo que padeces es mi culpa-le dijo profundamente conmocionado.

-Por años te vio acumular ese odio dentro de tí y por años postergaste su agonía-le dijo Bills-Ella sólo desea descansar por eso me pidió que la sacara de allí...

-Si así es,entonces que me borren. No quiero seguir sin ella-dijo Ginebra y se dejó caer de rodillas para ponerla en su regazo.

Ast se había esforzado mucho, para hablar,para usar su magia y para mantenerse viva el tiempo suficiente para ver a Ginebra en paz. Estaba al borde de la muerte,ni siquiera podía hablar.Haciendo acopio de sus fuerzas levantó su mano temblorosa hacia el rostro del ángel,quien la tomó con la suya y la llevó a su mejilla,para sentir el tenue calor que desprendían esas falanges,las que pronto se bañaron con las lágrimas de aquel que esperaba la muerte para seguirla al vacío de la inexistencia.

-Whis-le dijo el Supremo al ángel a su lado y este asintió con la cabeza.

Shin recibió una pequeña botellita que llevó hasta Ginebra. Él reconoció aquello con sorpresa.

-¿Esencia?-murmuró un poco confundido.

-El veneno de los dioses-dijo Shin con voz tranquila-Una sustancia pura que absorbe el odio,rencor ira y todo lo malo que podemos sentir hacia a otro para volverse un veneno sin antídoto,pues lo que se da a beber es puro odio. Odio concentrado,mas el odio tiene una cura...El amor. El amor es el antídoto para el dolor,la tristeza y todo lo oscuro que habita en nuestro interior. A veces ofrecemos a los demás conciente e inconscientes este veneno o esta cura. Si amas a Ast,pon esto en tu boca y concentra en ello todo tu amor por ella,pues existe la posibilidad de que puedas salvarla,de que tú amor se más grande que el odio de Anís que Ast lleva por dentro...

Ginebra tomó la botella en su mano,titubeo un momento y luego miró a Ast ¿Era realmente una posibilidad? La esencia,tal como ya se dijo era una sustancia  pura que se corrompia por medio de la maldad,pero es que ese era el único uso que se le había dado hasta entonces.Nadie nunca se le había ocurrido hacerlo de la forma en que Shin le había dicho. Era realmente verosímil la posibilidad desde cualquier punto de vista por lo que Ginebra puso la esencia en su boca. Volvió a sostener la mano de Ast y se esforzó por concentrar en ese liquido todo lo bueno que sentía por ella.

Ginebra recordó la primera vez que la vió,su sonrisa,su voz cantando,ese primer beso a escondidas,la vez que la defendió de Ron y esa confesión timida de amor más todo lo bueno que aprendió de ella.Todas esas cosas que le hicieron olvidar las maldades de su dios de la destrucción.Todo lo bueno que pudo encontrar lo pudo ahí con la esperanza de que fuera suficiente para salvar a su amada.

De su boca comenzó a desprenderse una luz como bruma dorada y Shin supo que había dado resultado.Un calor suave sintió Ginebra en su lengua y entonces levantó un poco a Ast para en un beso darle a beber aquella sustancia. Fue un beso largo que obligó a todos a apartaron la vista de los amantes.Ella logró tragar el antídoto,de eso Ginebra estuvo seguro. Solo quedaba esperar.

Durante un minuto no pasó nada,hasta que la mano de la Shin-jin cayó indolente a un costado y...

-No funcionó-dijo Ginebra y la abrazo fuerte contra él.

-Gi... Gine...bra-musitó la muchacha y levantó su mano hasta el cuello del ángel.

Las lágrimas de Ginebra brotaron como el zumo de un limón exprimido.El alivio,esa sensación de tranquilidad que fue apagando los fuegos sucios que ardían en su interior,lo hizo llorar. Se levantó lentamente permitiéndole a ella ponerse de pie y se quedó de rodillas aferrado a Ast,tratando de postergar el momento de enfrentar su sentencia,esa que lo llevaría otra vez lejos de ella, aunque al menos a sabía que su amada estaba a salvo. Temeroso se giró hacia Daishinkan y los Zen Oh Sama,se paro cuán alto era e inclinando la cabeza espero.

Daishinkan lo miro sin expresión alguna,en juicio silencioso. Miro a Whis,Shin y Bills que se mantenía distante de todo ese asunto.

¿Es el dolor suficiente para redimirse? Esa pregunta se la hizo Daishinkan alguna vez. ¿Cuanto hay que padecer para purgar las culpas? ¿Cuanto? ¿Cuando comienza el camino hacia el perdón? ¿Cuando reconocemos nuestras culpa? Cuando decimos "SÍ" somos responsables...Cuando entendemos que hicimos mal y comprendemos las terribles consecuencias de nuestras acciones,no sólo hacia los demás sino también hacia nosotros. Lo aceptamos y duele,pedimos perdón y sentimos vergüenza y de hay en adelante es un camino en solitario de futuro incierto. Ginebra estaba arrepentido,eso era obvio para Daishinkan,que vivió ese mismo proceso a raíz de sus terribles actos e imperdibles errores.

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