Ocho.

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-Cuanto tiempo sin vernos
Ginebra-le dijo Tannat-¿haciendo nuevos amigos?

Los ojos del que fue Daishinkan, estaban fijos en Shin, que dormía en los brazos de aquel ángel.

-luces bien,para ser alguien cuya conducta es más que reprochable,después de todo ¿quien no lo estaría si puede salir bien librado de todo?

-podemos decir lo mismo de ti,Ginebra.Exactamente lo mismo de tí-le respondió Tannat- vamos a ponerlo de este modo,me das a ese shin-jin y te dejo ir sin ponerte un dedo encima. De lo contrario te dejare otra cicatriz.

Se quedaron viendo sin mover un músculo,sin pronunciar palabra alguna hasta que Ginebra, abrió los brazos y el cuerpo de Shin floto hasta los de Tannat.

-ya llevaste a seis universos a la perdición una vez,mas te vale que no intentes hacer lo mismo en esta ocasión-le dijo Tannat.

-eso ya no es asunto suyo-le dijo Ginebra.

-no,no lo es,pero él sí-le dijo mirando a Shin-mucho cuidado con lo que estés tramando, porque podrás haberlos engañado a todos con tu historia y tú discurso;pero a él,a mi hijo Whis,no pudiste hacerlo ni por un segundo.

Ginebra le dió una mirada de desprecio y luego continuo su camino.Tannat miro a Shin, estaba profundamente dormido, pero había algo extraño en él. Regreso a aquel mundo del cual había salido y recostó al shin-jin sobre la hierba para luego abrirle la boca y con sus dedos sobre el abdomen de Shin comenzar a tirar de algo hacia la garganta del supremo. Al llegar allí, un humo púrpura broto de entre sus labios. Una vez término de extraerle aquello volvió a cargarlo en sus brazos y busco a Zamasu, que estaba curando a un animal herido. La fusión lo miro con extrañeza y antes de que pudiera decirle algo,Tannat dejo al supremo en sus brazos y se fue de aquel mundo.

Zamasu se quedó con Shin y una expresión algo estúpida,pues no tenia idea de que pasaba,miro al durmiente en sus brazos y se sentó en el suelo a lo jefe indio, depositando Shin, entre sus piernas para quedarse viendolo, sin ninguna idea en la cabeza.

Zamasu seguía odiando y despreciando a los humanos,
pero podríamos decir que eran sentimientos apasiguados. En un principio quiso volver a poner en marcha su plan cero humanos,
pero ahora estaba Bills y no tenía un anillo del tiempo para viajar al futuro ni a líneas de tiempo alternativas. Además había descubierto que Whis, puso en alerta a todos los universos de su existencia e intenciones,por los que los anillos del tiempo estaban siendo custodiados por los dioses destructores,pero no era esto lo que le tenía en calma y tampoco era la paz de ese planeta habitado sólo por animales,
desde  hacia ya mucho tiempo, que sabía que ese sosiego provenía de ese pequeño individuo que descansaba en sus piernas y eso lo asustaba.

Durante esos meses había sentido el deseo verlo,pero se contenía aún que eso aunmentaba más esa necesidad de contemplarlo,como lo hizo durante el tiempo que estuvo adherido a él y cuando uso el cuerpo de Kibito.Pero ahora,en esas horas de soledad, lo que más anhelaba era verlo por las mañanas o acompañarlo en la biblioteca,a llenar los registros de los planetas. Se había enamorado por más ridículo que le pareciera y eso le daba terror porque de pronto se sentía ajeno así mismo,pero en ese instante, en que la fortuna le regalaba tener a Shin cerca,todos sus temores se esfumaron y sólo se quedó allí mirándolo dormir.

No hizo absolutamente nada más, durante horas, hasta que Shin se despertó y al verse tan cerca de Zamasu, no reacciono muy bien. Se apartó de él rápido y enseguida tomo una postura de pelea. Zamasu se levantó lentamente, acariciando la cabeza de una especie de ciervo que llegó a su lado y sin decirle una palabra se comenzó a alejar.

-¿donde estoy?-le pregunto-¿tú me trajiste aquí? ¿donde está Ginebra?

Zamasu lo miro por encima de su hombro sin entender a qué se refería. No dijo algo al respecto y continuo su camino. Shin lo miró y miro a su alrededor. Había una atmósfera de paz en aquel sitio,pero no entendía como llego ahí. Recordaba vagamente a Ginebra y tenía la extraña sensación de haber sido besado por este y de oír unas palabras extrañas que sonaban como un murmullo.

Iba a ir tras a Zamasu,pero en ese momento apareció Merlot y a ese si se alegró de verlo,antes que él corriera a abrazarlo,Merlot corrió hacia él y lo estrecho en sus brazos,con un poco más de fuerza de la debida.

-Merlot no me dejas respirar-logro decir Shin y este lo soltó.

-¿se encuentra bien? ¿le hizo algo?¿esta herido?-le preguntaba el ángel mientras lo examinaba minuciosamente con la mirada.

-estoy bien,aunque no recuerdo como llegue hasta aquí-le dijo algo confundido- es un lugar muy tranquilo,no sabía de la existencia de este planeta.

-hay muchos planetas en el universo,mi señor-le dijo-pero preferiría que ahora nos preocuparamos de usted.

Volvieron al planeta supremo y aunque Shin, le dijo veinte veces que estaba bien,Merlot no estubo satisfecho hasta que lo revisó con su cetro. El ángel podía llegar a ser muy sobre protector. También quería ir con su hermano Whis a contarle todo,pero Shin le dijo que no hacía falta molestarlo,que seguro allá era tarde y mejor iban al día siguiente.

-quedate conmigo-le dijo Shin cuando Merlot dejaba la habitación-no...no quiero estar solo.

No,no quería estarlo. Poco recordaba de todo lo que Ginebra le dijo,pero de algo estaba seguro ese sujeto no tramaba algo bueno y si en principio,al oir su historia le pareció un ser de buenas intenciones,después de lo ocurrido no creia lo mismo.

Merlot se sentó en la silla junto a la cama mientras Shin se recostaba en ella y no tardo en dormirse.El ángel se quedó mirando como el Supremo dormía y esa escena le resultó familiar de alguna forma.Le apartó un mechón de cabello del rostro y se detuvo a contemplar aquellos pequeños labios y una imagen apareció en su cabeza;un beso...un beso que su señor le daba y sucedió dos veces.Se levantó tirando la silla,con las manos en la cabeza,un hilo de sangre le salió de la nariz y se desplomó contra el pisó.

SÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora