Capitulo 27

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Capitulo 27

Nicolás POV

Nunca hubiera pensado que fue posible desear tanto algo en la vida, un deseo que se convirtiera en necesidad. Una necesidad que consumía cada parte de mi ser. Cuando estás seguro de algo, no tienes miedo de apostar, porque  de antemano ya sabes el resultado.

Dos días. Dos días sin escuchar su voz, sin ser testigo de su sonrisa de ángel, de sus ojos inocentes, de su piel suave y de sus labios. Un tortura es verla tan cerca, pero saberla tan lejos. Qué ironía, antes me hubiera soltado  a reír de tantas cosas románticas y empalagosa que decía o sentía, pero ahora eso era lo más lejos que estaba de mi. Solo así parecía liberar algo de la angustia que sentía desde que Julieta había hecho hasta lo imposible por evitarme, cuando trataba de hablar con ella, se alejaba. Alcanzarla era algo imposible, solo en la clase podía tener el privilegio de verla, supongo que después de todo debía agradecer que por lo menos pudiera verla aunque sea a una distancia que consideraba insultante.

No era consciente de nada solo de aquel pelo rojo que desaparecía una vez más escaleras abajo. Trate de caminar en su dirección pero un brazo me detuvo.

-¿Qué demonios te sucede? –era Armando y me miraba con el seño fruncido.

Me deshice de su agarre.

-Nada. No me sucede nada –conteste enojado. Desde que había aceptado lo que sentía por Julieta no hecho hincapié a nada de la apuesta.

El arqueo la cejas al igual que León.

-¿Nada? –Rio- Estas medio babeando por Julieta. ¿Ya te acostaste con ella?

Me molestaba la forma en la que hablaban de Julieta, como si fuera una más, sin importancia. Ante mi silencio volvió a  hablar.

-Porque te recuerdo que nos debes una cantidad de dinero considerable.

-Si, Nicolás. El tiempo se acaba y nosotros no vemos que Julieta se esté derritiendo por ti –dijo con sarcasmo León.

Cerré mis puños, esto ya estaba llegado a su límite.

-Mas te vale que empieces a despertarte Nicolás o perderás.

Armando soltó una carcajada que irrito mas mi humor. León me dio una palmada en la espalda y ambos se giraron caminando por el pasillo.

Respire profundamente y me senté en el banco. Esto de fingir ya me estaba cansando.

-¿Cuando vas a terminar con esa tontería de la apuesta?–no me hacía falta mirar para saber que era Ángel- ¿Estás bien?

Levante mis ojos en su dirección.

-Si te digo que si mentiría, así que no. No estoy bien.

-¿Es por Julieta?

Asentí si decir más.

-Nicolás, ¿Qué es lo que sucede? Julieta, te ignora olímpicamente como  si no existieras, que yo sepa ustedes ya eran amigos ¿Quieres decirme que pasa?

Recosté mi cabeza por la pared cerrando los ojos.

-Pasa que tenias razón.

-¿En qué?

-En todo. En la apuesta, la ridícula venganza. Todo. –Lo mire- Me dijiste que no jurara con fuego, porque me quemaría. Y si termine quemado. Carbonizado diría yo.

Ángel frunció le seño.

-¿De qué hablas?

-Que quiero seguir quemándome.

Lo Que Nunca PenséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora