Capitulo 13

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Capitulo 13

Reconocí la voz de Enrique Iglesias en el tema de “el perdedor” que cantaba a dúo con Marco Antonio Solís una de las músicas que me encantaba así que le subí el volumen. Las canciones era lo único que me tranquilizaban y me hacían transportar de la realidad. Y empecé a cantarla.

Que mas quieres de mi si el pasado es la prueba de tu amor y no tengo el valor de escapar para siempre del dolor demasiado pedir que sigamos en esta hipocresía, cuánto tiempo más podre vivir en la misma mentira.

No… no vayas presumiéndonos que mas robado el corazón y no me queda nada más. Si… prefiero ser el perdedor que te lo ha dado todo y no me queda nada más. No me queda nada más.

Ya no puedo seguir resistiendo esa extraña sensación, que me hiela la piel como invierno fuera de estación. Tu mirada en la mía ignorándose en una lejanía. Todo pierde sentido es mejor el vacio que el olvido. Yo prefiero dejarte partir que ser tu prisionero…

Estaba más o menos a dos cuadras de mi trabajo. Había pasado por casa para cambiarme y ahora estaba a punto de llegar.

Todavía tenía en mi mente la comida con la familia de Nicolás. No me había sentido tan bien entre una familia hace mucho tiempo. Lo cierto era que siempre me sentía fuera de lugar. Por la misma razón no acudía  a las cenas o visitas que Laura y Melisa solían hacer a sus familias. No por son ser invitada, sino por el hecho de que dolía, dolía saber que yo ya no podría estar sentada con mis padres en una mesa, charlar, reír y hablar con ellos. Hoy me di cuenta en el momento que la señora Antonia me pregunto por ellos que lo había superado, después de tanto tiempo. Ahora al pensar en ellos ya no aparecía ese vacío y esa punzada en el pecho y creo que esa frase que dice “El tiempo lo cura todo” se aplica demasiado bien a mí.

Jamás se me hubiera pasado por la cabeza disfrutar de la compañía de Nicolás y más aun la de su familia.

Eran personas tan cálidas, con las cuales no te cuesta llevarte bien. Y eso me pasó a mí. Y lo que más me asustaba. Si porque esa es la palabra, me asustaba todo lo referente a Nicolás. El no es lo que yo esperaba, lo que yo pensaba, lo que creía. El era como decirlo… normal. Si. En tan poco tiempo se estaba convirtiendo en alguien especial. Y empezaba a meterse en mi vida más de lo que yo quisiera y que ya no podía impedir.

 Pero en el único lugar al que no quiero que ni por curiosidad se acerque es mi corazón.

Pero no dicen… ¿Qué en el corazón no se manda?

Bueno yo voy a ser la excepción. Voy a mandar en mi corazón a través  de la razón.

Y la primera o más bien única orden es que Nicolás tiene prohibida la entrada en el.

**********

Llegue sobre la hora en el trabajo. Volando entre y gracias  a eso me ahorre el interrogatorio de Laura y Melisa que ya estaban ahí. Pero sabía que solo era por ahora.

Después de una tarde de trabajo ya las estaba esperando en el estacionamiento. Nada más llegar Laura salto a preguntar:

-¿Dónde estabas, Julieta? Te llame y ni rastro de ti. –Dice con sus manos en las caderas. Olvidaba lo demandante que era cuando estaba preocupada. Parecía una mamá- Según yo tu nunca llegas tarde.

Me rasque la cabeza. Esto era raro.

-Bueno en realidad… –empecé pero Melisa me interrumpió.

-Y después soy yo la que llega tarde ¿eh? –dice irónicamente.

-Pero alguien ya tiene ese lugar –aclaro Laura. Una sola vez, llegue tarde y era hoy. Pero que drama.

-OH... Bueno –digo moviendo mis manos mirando a una y a otra- fui a comer a casa de Nicolás ¡¡Contentas!! –grite.

Lo Que Nunca PenséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora