Capitulo 10

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Capitulo 10

¿Amigos? Pues si aunque sonora malditamente raro. Hasta a mí. Eso nos propusimos ser. Amigos.

-¿Tienes hermanos? –pregunte con curiosidad.

Y aquí estábamos sentados en mi sala. Yo sentada en forma de indio mirándolo esperando su respuesta. Y el de costado con sus piernas cruzadas. Se veía sexy así, despreocupado y sin esa postura de “soy el más sexy e irresistible de todos, nena”.

Aunque con esos ojos azules, su cabello rubio, su cuerpo musculoso todavía sigue siendo… oh… oh… párate ahí. ¡Stop!

Eso no, Julieta, me regañe. Fuera pensamientos. Solo amigos.

 Llevábamos horas hablando, el me conto sobre su familia: que vivía con sus padres. Aunque estuvo unos años fuera del país por lo cual el año anterior no fuimos compañeros. Yo le conté sobre la muerte de mis padres en un accidente automovilístico, pero no entre en detalles, de la existencia de Marcos mi hermano.

El sonrió como si estuviera recordando.

-Si una. Se llama Marie –respondió a mi pregunta.

-La quieres mucho –más que pregunta era una afirmación.

-Sí, muchísimo. Es la única que tengo y la que me hace feliz.

Vaya con el güerito tiene sentimientos. Y yo que pensé que no quería absolutamente a nadie.

-Me gustaría conocerla –digo pensativa- Si quieres claro –digo.

-Claro –dice sorprendido y con una sonrisa- Cuando hagamos el trabajo en casa la conocerás.

Asiento y antes de responder se escucha unos pasos desde el pasillo. Me giro a mirar. Y casi suelto una carcajada. Ahí estaba Laura en todo su esplendor. Su pelo rubio totalmente despeinado con su ropa de trabajo todavía puesta, descalza y frotándose los ojos. Parecía una especie de aparición rubia nocturna.

-July… me quede dormida y…

No termino la oración ya que se fijo en mi acompañante y abrió sus ojos que parecían grandes platos verdes y un sonrojo se apodero de ella. Mire a Nicolás que estaba tratando de aguantar la risa igual que yo.

-¡OH por dios! –dice avergonzada. A continuación se gira y se va a su cuarto. Cabe decir que corriendo.

Yo no lo soporto así que me lanzo a reír a más no poder agarrando el brazo de Nicolás. ¡Dios! Esta Laura es un caso.

De repente me doy cuenta de lo que estoy haciendo, siento la piel cálida de Nicolás bajo mi tacto. Y como un resorte me alejo de él que me mira con una expresión de diversión serpenteando por su rostro.

El mueve mi cabello desordenándolo. Eso me toma desprevenida.

-Eres mala –dice riendo.

Lo empujo juguetonamente.

-Si claro -digo rodando los ojos- ¿Me vas a decir que a ti no te pareció gracioso?

-Un poco –dice con una sonrisa- pero no para reírme como tu –dice apuntándome.

-Tonto –digo divertida le pego al dedo con el que me apunta.

Lo observo por unos segundos. Esto era demasiado bizarro. Hace solo unos días nada mas decía que lo odiaba.

 No lo decía, lo odiaba y ahora estaba sentado en mi sala, mirándome con sus ojazos azules que empezaban a gustarme y a ponerme nerviosa. Si definitivamente el cansancio hizo efecto haciéndome pensar lo que no debía. Pero que no podía evitar.

Lo Que Nunca PenséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora