Capitulo 32

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Capitulo 32

Nicolás POV

“Te amo, Nicolás” 

En el momento en que esas palabras llegaron a mis oídos, me pare. ¿Había escuchado mal o ella de verdad lo había dicho?

No quise voltearme y ver que en realidad lo había imaginado, no lo podría soportar, tenía que irme ahora o de lo contario nunca la dejaría ir.

Cerré los ojos y di un paso más.

-Te amo –repitió. No podía ser que haya escuchado mal- Te amo, y si, Nicolás te doy esa oportunidad. Y no solo a ti si no también a mí.

Ahora no podía negar que ella había dicho que me amaba. Julieta me amaba. Me voltee lentamente mientras una felicidad que jamás en la vida sentí me recorría la sangre, las venas y me hacia hasta respirar de forma entrecortada. Nunca pensé que una palabra de ella, bueno en realidad dos me haría sentir que tocaba le cielo.

Me quede delante de ella. Estaba sonriendo mirándome con aquellos ojos grises, que tanto había extrañado.

-Espero que no sea tarde para decirte que estoy total y completamente enamorada de ti.

Un jubilo lleno mis sentidos, ella me amaba.

Dio unos pasos hacia mí, pero levante la mano, haciendo que ella frunciera el seño confundida. Algo me golpeo.

-Espera. –La mire unos segundos- Necesito que sepas que si te acercas mas, no te dejare ir, nunca Julieta.

Muy a mi pesar ella sonrió.

-Me gusta cómo suena eso.

En segundos ella salto hacia mí y sus labios cubrieron los míos mientras mis brazos se cerraron en su cintura alzándola del suelo.

Un momento mágico, así es como lo podía definir, después de tanto esperar. Tenerla así conmigo, con mis manos acariciando su cuello y sus labios haciendo magia con los míos es lo mejor que podría pasarme.

Estuvimos así unos segundos hasta que nos separamos unos centímetros, sus ojos estaban en los míos y sentí una sonrisa formarse en mis labios al igual que en los de ella.

-Esto parece un sueño –dijo ella suavemente- No quiero despertar

Acaricie su espalda cuando ella recostó su cabeza en mi hombro.

-No tenemos porque despertar –dije con los ojos cerrados.

El silencio nos rodeo por un momento, pero uno que era bueno. Cuando estaba con ella estos silencios no eran incómodos, no hacía falta llenarlos con palabras trilladas.

-¿Esto es real cierto?

Ella se enderezo con sus ojos grises mirándome con intensidad.

-¿Por qué la duda?

-No lo sé. Yo solo…

-Tú mismo lo dijiste –dijo rozando mi mejilla con sus dedos- No tenemos porque despertar y no tienes porque tener dudas.

Ubique un mechón suelto detrás de su oreja. Mis dedos acariciaron su mentón.

-¿Estás segura?

Ella sonrió.

-Totalmente.

-Te amo.

-Y yo a ti.

De repente recordé algo esencial, se supone que ya estábamos juntos, eso significaba que… pero que tonto ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Lo Que Nunca PenséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora