CAPÍTULO 16

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—CAPÍTULO 16: COMPLICACIONES. —

— ¡Eso niña! ¡Sí, es mi hija!

— ¡Siéntese, señora! 

Melissa era la más entusiasmada de las dos. Ese miércoles les habían invitado a los padres de familia que vieran las carreras de velocidad de quienes se encontraban entre los mejores alumnos en la materia de gimnasia.

Alexandra era el número trece que iba en primer lugar, parecía que no se le dificultaba dar la dos vueltas enteras del campo de football americano.

Por su parte, Katie, trataba de no perder de vista a la moscovita utilizando los binoculares desde las gradas de arriba, para ella era más que una carrera por la cantidad de gente que se encontraba ahí, como si fuera un campeonato.

Alexandra fue la primera en cruzar la meta sin mostrar signos de cansancio, pero el sudor que recorría su cuerpo era notable. Era buena en deportes como había dicho con anterioridad a ambas, la escuela a la que perteneció fue demasiado estricta para una adolescente como ella.

— Lo dice, porque su hijo está perdiendo. —Le dijo a la persona que le había gritado. Volvió a tomar asiento dándole un trago a su cerveza de raíz. — Es mi competitividad, Katie, los deportes me gustan. Papá solía poner todos los días, a la misma hora y canal el canal de deportes, no importaba si fuera baseball, football, basketball o, football americano. Teníamos que verlo.

— ¿Por qué? —Preguntó con curiosidad la irlandesa.

— Era eso o ir a ayudarle a mamá en la cocina a preparar comida para nueve personas. Jamás le ayudé a hacer la comida, mis hermanos tenían miedo de que los envenenara con mis fallas culinarias. Era pésima. —Se rió en voz baja.

¿Era?, pensó la irlandesa con una sonrisa.

. . . . .

— Restaurante Central de Vancouver, 8:50 p.m. —

— Te ves hermosa. —Melissa acompañó esa aclaración con un suspiro. Simplemente, el vestido que había elegido Katie para la ocasión era increíblemente hermosa, no más como la portadora de dicha prenda, pero se veía como una diosa caminando entre mortales en un sencillo local.

— Tú no te quedas atrás. —Comentó Katie con una amplia sonrisa. Era impresionante el vestido blanco con escote que había elegido la rubia para esa noche.

Ambas disfrutaban mucho de su velada. Antes de ordenar se dispusieron a bailar en el centro junto a los demás una balada suave. Melissa la tomaba de la cintura y una de sus manos, tratando de no pisar a la hermosa dama que le acompañaba, Katie parecía provocarla con cada movimiento de su cuerpo, esos labios rojos la estaban obligando a que la besara... ¡Realmente parecía una diosa entre simples mortales! Su mente a veces trataba de engañarla, se despertaba algunos días con la sensación de que verdaderamente se encontraba casada con Katie, que tenía una familia con quien convivir, sin embargo, esas ideas se desechan con el pasar de los minutos donde vuelve a la realidad, siquiera eran novias, apenas salían.

Sería un día distinto el día siguiente, lo sabía, pues le pediría que fuera su novia esa misma noche.

La velada iba maravillosamente. No necesitaba ser vidente para saber que Katie le encantaba los bailes de antes, las decoraciones medievales y otros detalles románticos que poseía bajo la manga, además del exquisito gusto que poseía para los lugares caros como ese hablando de comida y bebida.

Se encargó de que su mesa estuviera perfectamente decorada con velas aromáticas, la luz tenue para darle un toque más romántico y se había propuesto a cuidar su lenguaje esa noche.

UNA NUEVA SERIE [MELTIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora