CAPÍTULO 34

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— CAPÍTULO 34: VIDA —

Alexandra seguía abrumada.

Era el último día de clases y al profesor de historia no se le ocurrió nada más que darles las dos clases seguidas narrando historias que le encantaban de la historia humana. Todos con el libro sobre el pupitre tratando de no dormirse, la moscovita fue recorriendo con lentitud las hojas del libro sin hacer mucho ruido por las mismas.

Se topaba con varias fotos antiguas donde la gente usaban con normalidad sombreros altos, pantalones hasta por encima de la cintura y chalecos que seguramente llevaban en un bolsillo un reloj antiguo. Su somnoliencia acabó cuando encontró una foto un tanto extraña plasmada en el libro, mucha gente posando con unas tarras de cerveza al mismo tiempo que llevaban atuendo no tan reconocidos por esos años en Nueva York. Se trataba de un pub irlandes, uno de los primeros en abrirse al público: McSorley's.

Señaló con su dedo un rostro familiar casi en una de las esquinas, una mujer sonriente mirando directamente a la cámara del siglo diecinueve teniendo en ambas manos jarras de cerveza. Una mujer con rasgos muy familiares a los de Katie, más bien ¡Era Katie! ¡Aquel sombrero era idéntico al que tenía!

— ¡Ah! — Gritó aferrando las manos al pupitre, su sueño se esfumó de la nada y, después de unos segundos, se dio cuenta que había llamado la atención de toda la clase. — Yo... Vi un insecto. — Se excusó.

— Sé que es su última clase, señorita Benoist, pero no interrumpa. Estoy por terminar mi historia en Tokio. — Alardeó causando que sus compañeros se quejaran en voz baja.

Alexandra se quedó viendo la fotografía un poco más, no podía ser Katie, era una foto tomada en aquel siglo... ¿Dos siglos después aún con vida? Eso era realmente imposible.

Se quedó pensativa divagando en su memoria por algo extraño que pudo haber ocurrido.

Hubo una vez que llegó una hora antes a casa.

— ¿De verdad piensas eso?

— Sí, yo pienso eso. — Volvió a repetir la menor. El silencio se hizo nuevamente dentro del auto, Alexandra jugó con sus manos. — Quiero conocer a tu padre, es algo que debe hacerse de forma formal. Sé tomar una platica con adultos, más bien, adultos idénticos a tu padre. — Confesó. — Sé tocar temas de alto nivel como la economía, los progresos de ingeniería... He estudiado un poco de las dos cosas y creo que puedo mantener una conversación sana con él.

— A ver, Alex, no quiero que hables con él ¿Bien? — Le dijo en un tono molesto. — No lo conoces, todas las parejas que he tenido él se ha encargado de alejarlas de mí; con dinero o con amenazas. No quiero que te haga nada, no quiero que te aleje de mí. — Le tomó de la mano de forma dulce.

— Tú has soportado las amenazas de Melissa... Y no has huido. — Aclaró.

— Es porque tengo protección de tu madre Katie. Ella me apoya... A pesar de aún querer matarme con una estaca. — Se rió en voz baja. — La tengo tranquila con los vinos más finos que he comprado.

Alexandra asintió un par de veces dejando salir un suspiro. Se acercó a la mayor besándola en el acto, beso que fue correspondido de inmediato y de manera ansiosa. Su mano derecha terminó en uno de los pechos de la francesa la cual rompió el beso de rápidamente un poco asustada.

— ¿Qué? ¿No quieres que te toque? — Preguntó la menor.

— No es eso, cariño, es sólo que temo no parar. — Se mordió los labios. — No sabes cuantas ganas tengo de... — Se calló al instante al ver a la menor elevar una ceja. — ... De hacerte sexo oral. — Murmuró en voz sumamente baja mientras miraba en dirección al portón de la casa.

UNA NUEVA SERIE [MELTIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora