CAPÍTULO 15

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Nota: Alexandra posee el síndrome de Asperger. El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista y que afecta la interacción social reciproca, la comunicación verbal y no verbal, una resistencia para aceptar el cambio, inflexibilidad del pensamiento así como poseer campos de interés estrechos y absorbentes.

O sea, no entiende lo que vendría siendo el sarcasmo, algunas bromas o, sobre algún tema en particular del que ella no este interesado para que entiendan el lío solo que hace Melissa 😂😂

— CAPÍTULO 15: MALOS ENTENDIDOS. —

Desde que desayunó y Katie se fue se puso a hacer pequeños estiramientos en su gimnasio personal. En vez de correr, se puso a caminar durante cuarenta minutos para no perder la costumbre.

Sorprendentemente, Oisin parecía divertirse más que ella en la otra caminadora.

El perro corría sin parar, por lo que pensó que podría sacarlo a caminar un poco. Era triste que solo viera la pared de ladrillos.

Salieron a caminar llevándolo con correa y algunas bolsas por si se le ocurría evacuar en medio de la acera o en el parque. No ocupó cambiarse, llevaba lo normal; un pantalón liviano para hacer ejercicio, converse blancos, blusa sin mangas, una gorra y lentes de sol negros para que no le vieran el horroroso ojo izquierdo. Y, como a Katie no le gusta que Oisin salga no presentable, le tuvo que poner un pañuelo rojo con puntos blancos en el cuello. Era presentable ¿No?

El perro la guiaba por las cuadras esperando a que se cansara y pudiera comprar algo de comida chatarra para tener equilibrio en su estómago, pero por más que pasaron dos horas y media ¡El perro seguía con ánimo de seguir! Farley se cansaba a las tres cuadras y, Oisin, ni con once cuadras. No bromeaban con que eran los elegidos de ser para carreras.

— ¿Cómo...? ¿En serio? —Señaló el instituto donde estudiaba la moscovita. Iba a reprochar, sin embargo, el perro se había detenido sentándose en la acera dejándola por fin descansar sus pies. —Bien, solo porque estoy cansada. —Caminó hacía la entrada apenas sintiendo las piernas. Se detuvo al abrir la puerta y miró al whippet con una ceja alzada.

Solo tardó unos minutos en que Oisin hiciera sus necesidades en el césped cerca de la entrada, no quería un problema ahí adentro.

Nadie le dijo nada al entrar con el perro al interior. Parecía que todos se encontraban dentro de sus aulas, pues el lugar se encontraba en silencio. Solo el conserje que estaba en una banca cerca de los casilleros medio dormido.

— A ver, usa tu súper-olfato para saber donde esta la niña. —Se inclinó hablándole con cariño. —Vamos. —Oisin solo se le quedaba viendo con la lengua salida. —Olfato. - Señaló su nariz. —Olvídalo. —

Cuando fueron ni siquiera se molestaron en darle un tour por el lugar para saber donde encontrar la cafetería.

Por uno de los pasillos de la primera planta se encontró con aquel chico rubio con una mujer mayor. Se acercó a él sonriéndole y quitándose las gafas.

— ¿Tú no eres el chico que estaba con ella viendo esa horroro...? —El rubio le hacia una señal de que no hablara detrás de la mujer. Era su madre. — Ah, haciendo la tarea de matemáticas. —Corrigió mirando a la mujer.

— Tu debes ser la madre de Alexandra, Elizabeth Jones, un gusto. —Le extendió la mano amablemente.

— Melissa Benoist. —Se presentó.

— Frederic me ha dicho que su hija es una jovencita muy inteligente, apenas entró y las materias las puede llevar siguiendo el ritmo rápido. —

UNA NUEVA SERIE [MELTIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora