CAPÍTULO 36

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— CAPÍTULO 36: SÓLO UNA FASE —

— Tienes que tomarlo todo ¿Entendiste? El médico te lo resetó.

— De acuerdo. — Alexandra vio el vaso de corcho con su tapadera sobresaliendo de él una pajilla. Quizo abrirlo, pero Katie le detuvo de inmediato negando con la cabeza. — ¿Qué?

— Si ves como es no te va a gustar. Es un licuado con vitaminas, te súplico que te lo tomes todo. — La irlandesa se sentó en el borde de la cama esperando a que comenzara a beber de la pajilla. — Sabe mejor de lo que se ve. — Animó haciendo unas señas con sus manos. — Tendrás que tomarlo todos los días a la misma hora.

Alexandra se encogió de hombros comenzando a beber del vaso, para su sorpresa, el líquido tenía un sabor único, casi llegando al sabor de la fruta granada tal vez la contenía puesto que veía que el líquido era rojo. Vio en Katie un suspiro de alivio, desde que entró a su habitación sosteniendo el vaso la vio nerviosa. Muchos chicos de su edad se revelaban contra los medicamentos, contra las resetas de los médicos, pero ella no.

Cuando terminó de beberlo Katie tomó el vaso para irse de la habitación.

La moscovita se quedó un tiempo despierta viendo algunas publicaciones de sus amigos en facebook, extrañamente no tenía sueño, la razón podría ser por quedar inconsciente tanto tiempo en el accidente. Aún así, no quería desvelarse por lo que tomó una ducha y se fue a la cama para dormir.

Cerraba los ojos, pero los volvía a abrir dándose cuenta que sólo pasaba una hora cada vez. Intentó con miles de posiciones para quedarse dormida, sin embargo, no funcionaron. En medio de la oscuridad en su habitación sólo escuchaba el sonido que hacian las manecillas del reloj colgado en la pared, a parte del ruido de los insectos fuera de la ventana.

— ¡Esto no puede estar pasando! — Se quejó en voz alta al ver que sólo eran las once de la noche en el reloj. No soportaba la idea de no dormir, de tener insomnio, su mente estaría desgastada y su cuerpo seguiría después. — Un oso, dos osos, tres osos... — Comenzó a contar mirando hacía al techo. — Mil trescientos cuatro osos, mil trescientos cinco osos... — Sus parpados ni siquiera se sentían pesados, ni cansados.

Al final se levantó de la cama para salir al patio a tomar un poco de aire fresco. Ahí fuera se encontraba con un clima cálido, el agua de la piscina se movía con lentitud. El insomnio era insoportable, no se encontraba cansada ni un poco.

— Tal vez son las vitaminas. — Murmuró para sí misma. Se dirigió a la habitación de la pareja abriendo la puerta sin tocar, se encontraban dormidas, pero Katie se removió mirando hacía a ella por culpa de la luz del pasillo que golpeaba el rostro. — No puedo dormir. — Le dijo casi en forma de suplica.

No tardó en estar en medio de ambas, acobijada y abrazada a la irlandesa, Melissa ni aunque hubiera un incendio y, con los bomberos apagándolo, se daría cuenta de su presencia, parecía tener el sueño muy pesado. Al parecer abrazar a Katie le devolvió el sueño, se sintió de una manera muy cómoda y abrigada como si fuera una cría que necesitara de la presencia de la madre para dormir.

Le calmaba.

Al día siguiente despertó con ambas mujeres abrazándola por los dos lados incapaz de poder moverse sin llegar a despertarlas. Melissa parecía estar babeando su cabeza mientras que el brazo se encontraba rodeándole el cuello y una de las piernas sobre sobre las suyas y, Katie, mantenía un poco la distancia nada más sintiendo el brazo sobre su vientre. Giró lo que pudo para ver en dirección al reloj colgado en la pared del frente ¡Sí, pudo dormir! Eran las siete de la mañana y no se despertó hasta esa hora, sólo necesitaba a alguien con quien estar para dormir.

UNA NUEVA SERIE [MELTIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora