CAPÍTULO 30

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— CAPÍTULO 30: CIENCIA FICCIÓN —

Los gemidos de Katie se escuchaban en toda la habitación, las manos pálidas de la irlandesa acariciaban los fuertes brazos de Melissa mientras su cuello recibía complaciente atención con succiones y pequeños mordiscos.

La rubia había decorado la habitación con velas aromáticas, recorrió las cortinas dejando que la habitación fuera iluminada con esa simples velas dejando un increíble luz tenue que le daban un toque de romanticismo al asunto.

Melissa consiguió que las piernas de Katie fueran enredadas en su cintura mientras que una de sus manos acariciaba todo el muslo derecho deleitándose, causando una sensación de máximo placer en ella.

Ya había pasado diez minutos desde que la irlandesa había conseguido llegar al orgasmo, sin embargo, la rubia no se había movido de encima dejando que el dildo quedara aún en el interior de su pareja.

No entendía porque seguía con la respiración agitada, por lo que alzó la vista mirándola directamente a los ojos verdes manteniendo unos ojos azules completamente opacos.

— ¿Estás bien? — Preguntó dándole un beso en los labios, un beso rápido para pasar a darle uno más en la mejilla. — Eres tan hermosa. — Murmuró volviendo a esconder el rostro en el cuello de la irlandesa.

— M-Melissa...

— ¿Si, mi amor?

— A... — Katie abrió los ojos con dificultad volviéndolos a cerrar al instante. — ...A-Apágalo. — La rubia elevó una ceja, se dio cuenta que su novia volvía a tener espasmos al mismo tiempo que se mordía los labios con fuerza. — ¡Me voy a venir otra vez! — Gritó aferrando las manos en sus hombros, Melissa gimió al sentir las uñas clavándose en ellos. — ¡Joder, joder! — Realmente la rubia no entendía hasta que se acordó de que el dildo vibraba y, no sólo eso, estaba en potencia alta más que la normal. No tardó mucho para cuando la irlandesa ya había culminado de nuevo dejando escapar un gran gemido, las piernas se le tensaron así como cada parte de su cuerpo. — ¡AH!

La rubia se hizo hacía atrás sacando el dildo. Sí, efectivamente seguía vibrando con intensidad. Rápidamente buscó el control apagándolo, pero era demasiado tarde. Podía ver la vagina de su novia dilatada y con el clítoris más que hinchado, era muy notorio por el mero hecho de que había crecido más de lo normal por la excitación.

— ¡Perdón, lo olvidé!

— No te... No te preocupes. — Murmuró relajando su cuerpo por completo.

Melissa se acostó a su lado, ambas desnudas sobre la cama y con tanto silencio en la casa era muy agradable, aunque extraño. Desde que Oísin se fue de "vacaciones" con el hermano de Katie ya no podían escuchar el cómo jugaba con los juguetes chillones por el corredor o, pasar a Alexandra que siempre se escuchaba gritar de frustración en su habitación. Nadie le manda a comprar rompecabezas de cráneos más difíciles cada vez.

Es lo que se esperaba en un futuro muy cercano.

Debía tomar el papel de una madre de familia responsable, acudir a regaños, algunas veces parecer la mala para corregir y, más que nada, estar al pendiente, cosa que ya hacia con la moscovita. Se puso de lado pasando su mano derecha por el pecho derecho de la irlandesa, apretándolo ocasionalmente para después pasar la mano al otro pecho haciendo la misma acción, acción que le causaba gracia a su pareja. Acercó su rostro logrando meter a su boca el pezón endurecido, su lengua lo complacía con pequeños movimientos a la vez que succionaba. La mano que dejó reposar sobre el vientre plano de su novia fue moviéndola a la entrepierna con un deslizamiento suave. Sus dedos pronto encontraron los pliegues de la irlandesa aún empapados con esas ganas inmensas de bajar ahí y comenzar a saborear el delicioso néctar que le otorgaba, pero por los pequeños espasmos que producía con sus toques no era muy buena idea. La última vez que algo así ocurrió Katie casi la asfixia ahí abajo.

UNA NUEVA SERIE [MELTIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora