Capítulo 10: Oportunidad

490 59 36
                                    

Romina: Por fin llegas.- Dijo mientras salía del baño y veía como Benjamín entraba a la habitación.- Qué bueno que llegaste.- Dijo sonriendo.- Estaba muy aburrida.

Benjamín: ¿Así?.- Le preguntó mientras la atraía a ella.- Por eso te estabas revolcando con el primero que encuentras perra.- Dijo enojado mientras le apretaba los brazos, y ella lo miraba asustada.

Romina: Yo... yo no sé de que hablas.-Dijo muerta de miedo, nunca había visto a Benjamín tan molesto. Trató de zafarse de él, pero fue imposible.

Benjamín: Maldita traidora.- Dijo y le pegó una bofetada para luego tomarla fuertemente de los brazos.- Yo no voy a permitir que me pongas el cuerno. Maldita perra, te voy a enseñar que a mí nadie me traiciona.- Dijo dándole otra bofetada que la dejó en la cama.- Se subió encima de ella apretándole el cuello, mientras ella trataba de defenderse.- Te voy a matar.

Romina: Su...... suéltame.- Dijo tratando de salir del amarre.

Benjamín: No, nadie me traiciona. ¡Desgraciada!.- Le gritó mientras trataba de asfixiarla, como pudo, ella tomó la lámpara de la mesita de noche y se la pegó en la cabeza, logrando quitárselo de encima. Empezó a toser como loca, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo.- ¡Maldita!.- Le gritó mientras la cabeza empezaba a sangrarle. Ella trató de salir de la habitación, pero él se lo impidió. La agarró por una pierna y ella cayó al suelo.- Ven aquí.- Dijo colocándose encima de ella. Le pegó otra bofetada que la dejó atolondrada.- Te voy a enseñar quien es un hombre de verdad.- Dijo volteándola. Levantó la bata que ella tenía y él como pudo bajó sus pantalones.

Romina: No Benjamín!.- Le gritó tratando de levantarse, pero él la tenía fuertemente agarrada.- No te atrevas. No quiero que me toques.

Benjamín: Eso no lo decías cuando te metías a mi habitación, estando mi hermano acostado en tu cama.- Dijo antes de entrar en ella salvajemente.

Romina: ¡Nooo!.- Gritó llorando llenada de rabia.




Cleo: Está muy pensativo Don Justo.- Dijo entrando a la sala con una bandeja con te para él.

Don justo: La casa se siente tan vacía sin mis nietos Cleo.- Dijo triste mirando una foto donde estaban él, Octavio y Benjamín.- Octavio era la luz de mis ojos. Con carácter, pero a la vez tierno, dulce, comprensivo. El que prefería quedarse conmigo a jugar una partida de ajedrez, en vez de irse a celebrar con sus amigos. Al contrario de Benjamín, que siempre fue rebelde, libre. Extraño tanto a mi muchacho.- Dijo con lágrimas en los ojos.- No puedo creer que se haya ido tan rápido. Yo debí irme primero que él.

Cleo: No se me achicopale.- Dijo con tristeza.- Todavía tiene a Benjamín, aunque ese muchacho a veces le da dolores de cabeza, se preocupa mucho por usted.

Don Justo: Sí, pero Benjamín casi no está en la casa, y no lo culpo, es joven y merece vivir. Recuerdo como se pegaba a mi hijo todo el tiempo. Quería salir con él para todos lados. Creo que eran muy parecidos en ese aspecto. Él era un alma libre, vivía la vida como si fuera su último día, aventuraba por el mundo, descubriendo lugares nuevos. Lástima que su búsqueda de descubrir cosas nuevas, perdió la vida.

Cleo: Pero Fernando siempre vivirá en usted, y le debe vivir. El amaba la vida y usted debe mantenerse feliz en honor a él. ¿Qué tal si mañana lo acompaño al campo de golf?.- Le preguntó con una sonrisa.- Así nos distraemos los dos.

Don Justo: Pero si a ti no te gusta el golf mujer.- Dijo sonriendo dejando el portarretratos en una mesita.

Cleo: Bueno, pero puedo hacer la excepción por usted.- Dijo sonriente y siguieron conversando cálidamente.




Utopía de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora